El llamado Mezzogiorno italiano que corresponde a la región sur de Italia que incluye prácticamente la mitad del área geográfica del país ha sido, tradicionalmente, una región menos desarrollada que el resto e, incluso, ha experimentado épocas de pobreza extrema. Si bien en su larga historia tuvieron épocas de esplendor. En Brindisi sobre el Adriático, por ejemplo, terminaba la Vía Apia que conectaba a Roma con el oriente, con todo el impacto comercial que eso supone y, más adelante, ya en los Siglos XVI y XVII, ciudades como Lecce tuvo un desarrollo arquitectónico que la llevó a que se le denomine la Florencia del Sur.

Como ha pasado en tantos casos, toda esa región fue decayendo y en la región de la Puglia, por ejemplo, su actividad económica se redujo a la agricultura del olivo, las viñas, el trigo y los quesos. Actividades estas desarrolladas por grandes propietarios que dieron origen a las llamadas Masserías y a organizaciones de producción en las que creció una población campesina cada vez más empobrecida. La situación llevó a situaciones muy difíciles en la primera mitad del Siglo XX, pues muchas de esas maserías habían sido abandonadas y ciudades como Matera había llegado a ser considerada ‘la vergüenza de Italia’ con situaciones de extrema pobreza de sus habitantes.

La posguerra, después de la II Guerra Mundial, dejó a Italia no solo golpeada severamente, sino integrante del grupo de países perdedores y el Plan Marshall no dio a estas regiones la prioridad que tuvieron otras zonas de Europa. El sur de Italia durante la segunda mitad del Siglo XX fue entonces una región mucho más parecida a los países en desarrollo de esta zona del mundo.

Lo que resulta interesante y un aprendizaje valioso es ver la importancia que ha tenido el desarrollo de la infraestructura vial de esa región. No solo les ha permitido integrarse con sus productos tradicionales y lograr reconocimiento a sus quesos, sus vinos y sus aceites, sino llegar a los mercados más sofisticados del norte. Más importante aún, el desarrollo vial ha descubierto para el turismo una región fascinante, auténtica y acogedora.

Es evidente que el desarrollo del turismo en Colombia se golpea siempre con la maldición de la inseguridad, pero no es menos cierto, como lo mencionaban las noticias en estos días, que el turismo internacional sigue creciendo e, incluso, supera el aumento del turismo doméstico. Eventos como la COP16 va a poner en el radar de muchos a Colombia, país privilegiado en biodiversidad y paisajes.

Es obvio que no se puede reducir a un solo factor el cambio de una región, pero sí parece evidente que las vías son un factor determinante para aprovechar este tipo de potenciales. Petro, como en otros temas, ha acertado en el que. Es importante desarrollar el turismo y son importantes las vías terciarias, pero solo mencionar esto en los discursos no sirve para nada. La ejecución de nuevas vías ha sido nula y la seguridad va en un dramático deterioro. Triste, pero vamos a tener que seguir esperando para experimentar una recuperación como la de la Puglia.