Es difícil olvidar que un día como hoy, 11 de septiembre, en Nueva York los terroristas de Osama Bin Laden estrellaron dos aviones contra las torres gemelas. Le pegaron un bofetón al imperio americano, a la CIA, al Army-USA a los neoyorquinos, al mundo entero. Nueva York es inolvidable para quien la haya conocido y haya cantado en la ducha: “New York, New York”, por Frank Sinatra.
Ese Bin Laden reunió 18 fanáticos anti-USA que se ofrecieron para morir haciendo estallar sus aviones. Aprendieron a conducir aviones en escuelas de USA y burlaron los aeropuertos. Tres aviones repletos de gasolina usaron para lanzar lenguas de fuego. Desde ese día, montarse en un avión exige hartísimas requisas. Golpearon al FBI a la CIA y Bin Laden pagó su crimen en Pakistán. Punto.
Y un once de septiembre, como hoy, cayó acribillado en el palacio presidencial de Chile un buen señor que era masón, honrado, socialista, coquetón, alegre y buena gente: el compañero Salvador Allende. Lo tumbaron sus errores políticos, la derecha al ver que los arruinaban lo plantó para tumbarlo. Era malísimo su gobierno, nombró centenas de ineptos en cargos serios. Gobernó con sindicalistas, politiqueros, activistas políticos que atacaban fábricas de ‘los explotadores de la derecha’.
Torpe fue Allende, buscaba expropiar haciendas, viñedos y fabricas ‘de los burgueses’. Sus compañeros del MIR, esos idiotas ultraizquierdistas, le organizaban huelgas, bloqueos, tomas y gritaban fantochadas como “iremos a la guerra con el pueblo y la lucha popular”. Bravuconadas de los jefes del infantilismo de izquierda en Chile, año 73, que por aquí vienen sonando. Punto.
En Bogotá estamos celebrando que los 877 indígenas embera, invasores y destructores del ecológico parque nacional, en pleno centro bogotano, lo devolvieran, aunque destruidos sus jardines, árboles y fuentes de agua. Daños gravísimos dejaron. Se fueron por presión del alcalde Gaitán, que es un alcalde serio y eficiente. Punto.
Y en las 12 mil peluquerías bogotanas, siguen exprimiendo la gran embarrada verbal del presidente Petro, decir por televisión que muchas periodistas fueron “muñecas de la mafia”. Tremenda pifia, tremendo autogol porque dolió al mundo femenino.
Para colmos, el presidente repitió ese discurso infortunado por la televisión y se entendió como: “Si no les gustó, se las repito”. Innecesaria bronca y las encuestas se la cobran, hoy marca rechazos de 69 sobre 100. El presidente no cuida su imagen con ese lenguaje. Hágase autocrítica presidente.