Luis XV, ya viejo, le confiesa al Duque de Choiseul que su amante Madame du Barry, cuarenta y tantos años más joven, le ha proporcionado placeres desconocidos. “Sire, eso es porque usted no ha estado nunca en un burdel”, le contesta el Duque.

La anécdota es apócrifa, por supuesto, inventada por alguno de los muchos enemigos de la bella Jeanne Du Barry, que reina en Versalles como amante titular del Rey (maitresse-en-titre). Pero cierta. La condesa Du Barry ha salido de un prostíbulo elegante a la cama del Rey. Todo el absurdo protocolo de Versalles, cuyas estrictas reglas son una manera de expresar el carácter divino del monarca, son rotas por el propio Rey para abrirle el camino a Jeanne hasta su lecho.

Hija natural de una costurera de provincia, educada en un convento gracias a algún protector de su madre, llega a París a los 15 años a hacer estragos. La botan de la casa noble donde es dama de compañía, porque su belleza perturbadora acaba con cualquier tranquilidad doméstica.

Rubia, de ojos azules, cuerpo prefecto y encantadora, su destino inevitable es un burdel de lujo dirigido por un tal Jean-Baptiste Du Barry, profesión proxeneta. Jeanne pasa de mano en mano, subiendo en la escalera social de sus nobles amantes, el Duque de Richelieu entre ellos, hasta que su fama llega a oídos del Rey, anciano e insaciable, melancólico, que ha reinado desde los cinco años y ha tenido 10 hijos con su mujer legítima, la polaca María Leszczynska, y 13 hijos reconocidos con anteriores amantes.

Es 1768 y Rey cae rendido a sus pies. Él tiene 68 años y ella 25. Como el protocolo impide que la amante oficial del Rey sea una persona que no pertenezca a la nobleza, le compran un matrimonio con el conde Guillaume Du Barry, hermano de su proxeneta, y la llevan a vivir a Versalles a hacer un curso acelerado en el nunca fácil proceso de convertir una prostituta en una dama, aunque casos se han visto.

Reina en Versalles hasta la muerte del Rey de viruelas en 1774. Su reinado solo dura seis años. El Rey agonizante, presionado por su capellán que le indica que no puede morir en pecado, la interna en un convento. De allí sale pronto a seguir ejerciendo las artes amatorias, que es de lo que más sabe. En una de esas ironías de la historia pierde la cabeza en la guillotina durante el régimen del terror, acusada de proteger aristócratas y de ser uno de ellos. Tiene 50 años, es rica y respetable, y se resiste a morir como un gato patas arriba.

Luis XV hereda el trono de su bisabuelo Luis XIV, las tres generaciones entre ellos devastadas por la viruela, entre los dos reinan más de un siglo. Lo sucede su nieto Luis XVI, que junto a su esposa María Antonieta van a perder la cabeza veinte años más tarde. María Antonieta, que no podía ver a Jeanne, comparte su suerte. Jeanne víctima inocente del mundo, que siempre es cruel con la belleza.

Otra bella mujer, Maiwenn, actriz y directora francesa, ha realizado y protagonizado al lado de Johnny Depp una película estupenda sobre Jeanne du Barry. Deep demasiado joven para el papel de Luis; Maiween, muy mayor para el papel de Jeanne. Pero reconstruye con gracia y precisión ese mundo fastuoso, frívolo e implacable, guiado por el placer y el poder, llevado por el viento de la revolución que arrasó con pelucas y tocados, palacios y fortunas, y dejó para la historia de ese imperio el momento del crepúsculo en que las cosas brillan más, antes de desaparecer.