En estas épocas convulsionadas donde tantos hablan de periodismo, me limito a repetir lo que me repito todos los días: este oficio, en el que dejamos el alma, arriesgamos la vida y a veces no podemos acostar a dormir a los hijos, es para la gente. No para que a los poderosos les guste o no lo que hacemos ni para que los colegas nos aplaudan o nos vuelvan protagonistas. El periodismo lo concibo para que los que me leen, me escuchen y me vean, conozcan algo que yo, por ser periodista, tengo el lujo, el placer o el infortunio de conocer. Y saquen sus propias conclusiones.

Con ese principio, viajo por igual a Venezuela que al Chocó o a Washington. Me cuelo en una marcha chavista porque no quiero que me cuenten si a los venezolanos que reciben subsidios los obligan a marchar o no, quiero verlo yo misma. Pregunto por igual a Trump si va a mandar 5000 tropas a Colombia y a un líder social qué es lo que hace y por qué es tan importante. Con ese principio, entrevisto por igual al presidente Duque y a ‘Jesús Santrich’; a Petro, María Fernanda Cabal, Mockus, Fajardo, Tutina, Guaidó y un centenar de personajes cuya vida y percepción del futuro me interesa conocer.

En algún momento de mi vida me pareció que en Colombia no nos escuchamos, que pretendemos la anulación de todo aquel que piensa distinto y que ante las falencias en la justicia, preferimos la justicia por cuenta propia.

La convulsionada realidad nacional explica el fenómeno. Pero me niego a entrar en él y por eso a mis entrevistados no los insulto. Los cuestiono. A Petro le pregunto por la bolsa de dinero que aún no ha explicado del todo y a Uribe por la Constituyente que sigue proponiendo entre líneas.

Lograr que un personaje se olvide por un instante de que está en una entrevista requiere de todo mi esfuerzo físico y mental. Y es lo que trato de hacer como periodista. No me interesa que mis entrevistados se paren y se vayan ni me griten ni me insulten. Me parece fundamental escucharlos y reflexionar sobre el tipo de país que proponen y sobre si vamos o no a permitirles que lo hagan a su manera.

El periodismo, que no se nos olvide ni un instante, es para la gente, para ayudar al fortalecimiento de la democracia y para contarle a la gente en qué país vive y quiénes son los políticos que lo gobiernan.

Sigue en Twitter @vanedelatorre