A un mes de terminar el 2025, parece esfumarse la esperanza de por lo menos iniciar este año el proceso preliminar para la profundización del dragado de acceso a Buenaventura. Mientras se encuentra una fórmula para hacer la obra y se consiguen los recursos financieros requeridos, el principal puerto de Colombia, ubicado sobre el océano Pacífico, pierde competitividad y ve como los buques de mayor calado pasan de largo hacia el sur del continente.
Quince días atrás, en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, Apec, realizado en Lima, Perú, el presidente chino Xi Jinping y la presidenta del país anfitrión Dina Boluarte inauguraron el que ya es el complejo portuario más grande en la costa oeste de Suramérica, Chancay, a 70 kilómetros de la capital peruana.
La obra, resultado de una alianza entre Cosco Shiping, empresa estatal de la nación asiática, y la minera peruana Volcan, perteneciente a Glencore, la misma multinacional suiza dueña del Cerrejón en Colombia, le permite ahora al Perú tener un megapuerto de aguas profundas, multipropósito, con dos puertos y 15 terminales y con un canal natural de 17,8 metros de calado. Allí podrán ingresar sin ningún problema los buques de carga más grandes del mundo, como los Neopanamax o el MSC Irina, considerado el de mayor tamaño y capacidad actualmente.
Frente a Chancay o a de Posorja, en Ecuador, Buenaventura tiene escasas posibilidades de competir. Hay que recordar que el canal de acceso del principal puerto colombiano, por donde se mueve cerca del 40% de la carga del comercio exterior colombiano, apenas alcanza entre 12,5 metros y 13,5 metros de hondura, lo que obliga a que solo arriben barcos de carga hoy considerados pequeños. Los otros, si es que paran, deben hacer trasbordo de mercancía, con lo cual se elevan los costos de los fletes.
Cuando el mercado internacional mira desde hace años hacia el Asia-Pacífico, donde se encuentra hoy la mayor población del mundo y está una de las economías más fuertes, hay que reiterar la pregunta del porqué Colombia sigue desaprovechando las ventajas comparativas con las que cuenta. Su ubicación geográfica en el continente es estratégica, tiene un puerto atractivo sobre el Pacífico y con buena capacidad para mover a través de él la carga de exportaciones e importaciones, así mismo su cercanía al Canal de Panamá facilita la conectividad.
Sin embargo, los últimos gobiernos poco han avanzado frente a la que debería ser la obra más importante para su economía y el comercio exterior del país. Si se pretende que el puerto de Buenaventura esté a la altura de los demás del continente, su canal de acceso se debe profundizar como mínimo hasta los 16,5 metros en su bahía interna y hasta los 17,5 metros en la bahía externa.
El tiempo sigue corriendo entre anuncios de estudios ambientales, consultorías de factibilidad, actualización de diseños y consultas con las comunidades. Los más optimistas calculan que en 2026 se estaría contratando la obra, lo que significa demasiada espera cuando las cercanas competencias ya están en operaciones. Difícil pensar en el desarrollo de Buenaventura y en el progreso de su población cuando no se les da prioridad a procesos impostergables como la profundización del canal de acceso a su puerto.