Hace dos semanas Bogotá alcanzó un importante hito que le permite afianzar su competitividad internacional. Su recinto para eventos de entretenimiento de gran magnitud, el famoso Movistar Arena, fue elegido como el único de Latinoamérica dentro del top 10 de espacios de ese tipo en todo el mundo.

El ranking, elaborado por la prestigiosa publicación Pollstar, que desde hace tres décadas le toma el pulso a la industria del entretenimiento, revela que solo en el primer semestre de este año esa organización vendió más de 263.000 boletas y facturó más de 15.9 millones de dólares solo en taquilla, lo cual le permitió situarse en el sexto lugar de la mayor facturación.

Al cierre de este año, según las proyecciones de sus directivos, el Movistar Arena habrá realizado más de 115 eventos con unos 800.000 asistentes. El recinto abrió sus puertas en el 2018 y, pese a que se le atravesó la pandemia, su impacto en la economía de la capital de la República ha venido creciendo de forma vertiginosa. Se calcula que en el último año aportó un total de $445.000 millones al mercado nacional de entretenimiento en vivo. Y ha generado entre 800 y 1.000 puestos de trabajo por evento.

El de los ‘venues’ -como se le denomina en jerga técnica a este tipo de recintos- es hoy una de las grandes apuestas que hacen las ciudades del siglo XXI para sacar ganancias de la millonaria y creciente industria del entretenimiento. En el ranking de este año, por ejemplo, el estado de Texas tiene el primer y el tercer lugar del mundo, con dos súper arenas en las ciudades de Fort Worth y Austin.

Y viendo este tipo de reportes, uno se pregunta por qué en Cali en los últimos años hemos renunciado, conscientemente, a participar en un mercado de ese tipo, si la región tiene todas las condiciones para estar: una posición geográfica estratégica, un clima privilegiado, una de las mejores redes viales del país, una amplia oferta de opciones turísticas complementarias y una importante posibilidad de conexión aérea internacional.

¿Qué nos falta? Lo mismo que le faltaba a Bogotá hace 7 años: el escenario para los grandes eventos. Ese no es el problema. Ellos, a través de una Alianza Público-Privada, convirtieron el viejo Coliseo El Campin en lo que hoy es el Movistar Arena.

Hace una década los caleños no fuimos capaces de sembrar la semilla de un espacio similar. El entonces presidente Juan Manuel Santos prometió la construcción de un ‘bailódromo’, que bien pudo ser la primera fase de un gran ‘venue’, pero aquí nos enredamos para definir un sitio, buscar un esquema de financiación y poner a andar la idea. Y Santos terminó saliendo ‘faltón’.

Pero quedó planteada una idea que regresa cada cierto tiempo al debate público, pues tiene toda la posibilidad de concretarse: reubicar el componente militar de la Base Aérea Marco Fidel Suárez y utilizar ese generoso espacio para dotar a la ciudad de un gran parque metropolitano. Allí, además de un refugio natural al estilo ‘Central Park’, podríamos construir ese recinto especializado que nos permita poner a Cali en el circuito de los grandes eventos del mundo. Además de crear el gran espacio de circulación que requiere nuestro talento local.

No es una idea descabellada y hay todos los instrumentos legales para impulsarla. Pero se requiere visión, voluntad y, sobre todo, liderazgo. Vale la pena pensarlo. Y hacerlo.