La probabilidad de que en Colombia se estuviera haciendo uso hace tres años del software pegasus de forma clandestina, uno de los sistemas de espionaje más avanzados y controvertidos del mundo, demandaba una investigación de Estado, rigurosa y bajo la más absoluta reserva.
Es por eso incomprensible que el presidente Gustavo Petro eligiera una alocución en cadena nacional, en la que el país esperaba un pronunciamiento sobre el paro camionero por el incremento en el precio del diésel, para denunciar que desde el 2021 la Dipol de la Policía cuenta con el sistema israelí que puede espiar a través de los teléfonos celulares y por el que se habrían pagado US$ 11 millones en efectivo.
Igualmente, que de ese sistema habría sido víctima él y varias personas de la oposición desde la época del estallido social. Y aunque el anuncio sin mayores detalles dejó la sensación de que pegasus no era más que una cortina de humo para desviar la atención del país frente a la gravedad de los problemas de movilidad que atravesaba, un asunto tan grave no puede quedar como una simple diatriba política aupada por algunos influenciadores afines al Gobierno Nacional.
El software, por el que según el presidente Petro despegó en junio del 2021 una aeronave desde Bogotá para llevar parte del pago en efectivo, fue creado por la empresa NSO Group Technologies Limited, fundada por tres oficiales del Ejército israelí especialistas en cibercrímenes y ataques informáticos.
Aunque en principio pegasus tenía como propósito, según sus creadores, luchar contra delitos virtuales, prevenir ataques terroristas o apoyar el combate contra el narcotráfico y el crimen organizado, una investigación internacional encontró que, a través de ese sistema, se interceptaron a mandatarios y dirigentes políticos de países como Arabia Saudita, Marruecos, Francia, España, República Dominicana o México.
Incluso, el espionaje probado desde Marruecos contra dirigentes políticos que promovían la independencia de Cataluña de España y contra el propio jefe de Gobierno ibérico, Pedro Sánchez, pusieron en la cuerda floja las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Pegasus es un sistema de interceptación de comunicaciones que ni sus creadores pueden controlar; y si se confirma su uso en Colombia, no serían pocas las personas a quienes se les habría violado derechos fundamentales bajo la falsa premisa de proteger la seguridad nacional.
Razón de peso para que el país no permanezca por más tiempo sumergido en la incertidumbre de si existe o no ese submundo en el que alguna entidad, organismo estatal o un anónimo estaría espiando a dirigentes políticos, magistrados de las altas cortes, periodistas, sectores de oposición o ciudadanos del común.
Le corresponde al propio Estado dar respuestas ciertas a lo que estaría ocurriendo con este software de espionaje y aclarar quién lo adquirió, quién lo ha manejado y a quién se le entrega esa supuesta información, y no dejar a todo una nación nadando en el lodo de las especulaciones y el desprestigio, atendiendo solo a cálculos o intereses políticos.