La baja calidad de la educación se ha convertido en los últimos años en un gran lastre para el desarrollo de Cali. Entre las 32 capitales de todo el país, la capital vallecaucana ocupa actualmente el puesto 25 en esa materia. Esa es la principal razón por la que Cali bajó al cuarto lugar en el Índice de Competitividad de Ciudades, después de Bogotá, Medellín y Tunja.
Se han identificado dos causas de esa realidad preocupante. Por un lado, que los estudiantes caleños de secundaria no logran obtener puntajes muy altos en las Pruebas Saber 11. Cali no logra entrar ni siquiera en el top 10 de las ciudades con los mejores resultados.
Y, por otra parte, que la ciudad sigue teniendo un déficit alto de cobertura educativa. En ese indicador, hasta el año pasado ocupaba la casilla 27 en educación preescolar y el puesto 29 en educación primaria. Es decir, en ambas modalidades aparece en los últimos puestos.
Mejorar la educación que reciben los niños y adolescentes caleños es, entonces, una tarea de enorme prioridad, pues de lo contrario la ciudad seguirá perdiendo terreno en materia de competitividad. En otras palabras, su desarrollo económico y social se frenará.
Por ello resulta tan preocupante conocer el lamentable estado físico en que se encuentra gran parte de la red de instituciones educativas públicas de Cali. De acuerdo con una investigación que El País publicó ayer, son por lo menos 200 las escuelas y colegios que están hoy en malas condiciones y requieren reparaciones locativas urgentes.
Miles de niños y jóvenes deben recibir clases en instalaciones sin techos, con paredes a punto de derrumbarse, bajo temperaturas extremas, con filtraciones de agua, sin pisos ni iluminación y sin el mobiliario adecuado, pues los últimos gobiernos de Cali no fueron eficientes para hacer el mantenimiento necesario de las sedes del sistema educativo.
Ello llevó a que se acumularan cuantiosos daños, cuya solución implica enormes inversiones. De acuerdo con un estudio realizado en el 2019, para arreglar toda la infraestructura escolar de Cali se necesitan por lo menos $ 3 billones.
Algunos casos, como el del colegio Santa Librada, se han convertido en símbolo vergonzante de lo que pasa con la infraestructura educativa en Cali. El nivel de ruina en el que cayó es de tal magnitud, que por falta de espacios ahora sufre un grave problema de deserción escolar. Y no ha sido posible que los muchos planes para recuperarlo salten, de forma efectiva y contundente, del papel a la realidad.
Cali debe invertir más en educación. Y ahora que la Alcaldía planea presentar al Concejo un proyecto de acuerdo que le permita obtener mayor endeudamiento, la recuperación de escuelas y colegios debería aparecer como prioridad en el destino de esos recursos.
Mientras los niños y jóvenes no tengan las condiciones adecuadas para el aprendizaje, difícilmente la ciudad podrá corregir muchos de los otros graves problemas sociales que la aquejan.