Los caleños hemos empezado a recuperar este año gradualmente la confianza, el sentido de pertenencia por nuestra ciudad y la idea de volver a trabajar unidos por causas comunes.
Es evidente que la culminación del nefasto gobierno de Jorge Iván Ospina fue el fin de un ciclo marcado por la desesperanza, la desunión y el pesimismo. Y que hoy se respira un nuevo aire en la ciudad. Cali quiere volver a hacer las cosas bien, tomar las decisiones correctas y recuperar el liderazgo nacional que había perdido. Y ya empieza a lograrlo, como lo demuestra el haber ganado la sede de la COP 16. El espíritu caleño, ese que apuesta por construir colectivamente, está de vuelta.
Por eso resulta muy preocupante que algunos actores de la sociedad local pretendan atravesarse a ese clima de renacimiento, con planteamientos más orientados a imponer agendas personales, que a contribuir al bienestar colectivo. Eso es lo que parece estar ocurriendo en la Cámara de Comercio de Cali, CCC, donde un grupo de miembros de Junta Directiva nombrados por el Gobierno Nacional impulsa la idea de acabar el actual modelo gerencial de esa institución.
Sostienen los cuatro delegados del presidente Gustavo Petro en la junta, y tres más que se les han sumado, el argumento de que la Cámara se convirtió en una especie de ‘club’ que beneficia solo a unos cuantos.
Pero no esgrimen ningún sustento sólido para comprobarlo, ni propuesta técnica alguna que respalde sus pretensiones. Con lo cual pareciera evidente que lo que se persigue es, simplemente, un objetivo político: poner la entidad bajo el control de la Casa de Nariño.
Y nada más inconveniente para Cali. Porque la Cámara de Comercio ha sido, históricamente, un aliado clave para el desarrollo empresarial y social de la ciudad. Y su trabajo, guiado siempre por concepciones técnicas y no por ideas políticas, ha beneficiado a miles de vallecaucanos que pueden contar historias de éxito gracias a ella.
Cali es hoy un referente internacional en emprendimiento, innovación y desarrollo tecnológico por cuenta de las acciones impulsadas desde la Cámara. El programa ‘ValleE’, por ejemplo, fue la semilla del modelo que se aplica a escala nacional en ese campo y hoy muchos departamentos trabajan sobre la base de las experiencias desarrolladas en nuestra región.
‘Prospera’, otra de sus iniciativas, ha impactado a más de 17 mil empresas y 40 mil personas. Abundan los testimonios de emprendedores que, tras participar en proyectos de la Cámara como ‘Foguéate’ y ‘Valle Impacta’, han logrado penetrar exigentes mercados internacionales con sus productos y servicios.
Las cifras y los testimonios de miles de caleños, entonces, son una respuesta contundente frente a quienes hablan de exclusión y falta de resultados. Debe entender el Gobierno Nacional que los caleños sentimos a la Cámara de Comercio como un patrimonio de la ciudad. Y que pretender incidir sobre ella con visiones de cálculo político, es sacar a Cali de la ruta de esperanza que ha vuelto a transitar.