La entrega de otros 11,16 kilómetros reforzados en el Jarillón del Cauca significa un avance del 88% en la intervención del dique que protege a la ciudad de eventuales desbordamientos de su mayor afluente. Faltan 3,2 kilómetros y la reubicación de las familias que aún se asientan en el lugar para llegar a la meta que da tranquilidad a los habitantes de Cali.
Lo primero a resaltar es el compromiso de las tres últimas administraciones municipales y del Fondo de Adaptación del Gobierno Nacional, a través del Plan Jarillón, así como de la CVC con la rehabilitación del dique, un trabajo dispendioso que tuvo años de retraso y debió superar importantes obstáculos. También hay que destacar el manejo y la forma pacífica como se ha conseguido el desalojo y la relocalización de miles de familias que lo invadían, poniendo en riesgo lo que fue construido para defender una comunidad en expansión.
Durante estas administraciones se pudieron superar los intentos de políticos clientelistas que durante años pretendieron sacar dividendos de los asentamientos ilegales, manipularon a la población y entorpecieron los procesos con toda suerte de subterfugios judiciales. Fueron acciones que desafiaron el peligro al que se sometía a un millón de caleños por las demoras en comenzar las obras de reforzamiento del Jarillón.
El trabajo persistente y serio de estos seis años ha permitido que se avance en las obras, conjurando los riesgos que suponían las invasiones y la desestabilización del terreno debido a factores naturales como la plaga de hormigas arrieras. Todo indica que va camino a convertirse en un gran parque natural de 26 kilómetros de largo, que será ejemplo de protección al medio ambiente y de convivencia con proyectos como los de las huertas comunitarias que ya se realizan en la zona.
Pero también hay que hacer énfasis en la necesidad de terminar los tres kilómetros que faltan por rehabilitar, porque todavía existe el riesgo de un desbordamiento del río Cauca, como ha ocurrido en algunos lugares como Juanchito durante esta intensa y larga temporada de lluvias. Es la amenaza que aún subsiste en el oriente de Cali, la zona más poblada de la capital vallecaucana con al menos un millón de sus habitantes.
Y se necesita acelerar la reubicación de las 3500 familias que permanecen en ocho asentamientos en el jarillón, a quienes se les deben dar soluciones de vivienda como se ha realizado con las más de 5000 que ya han salido del sector desde que comenzó el reforzamiento. Llegar a acuerdos con estas comunidades lo antes posible es necesario para que se cumplan los compromisos de terminar los trabajos de rehabilitación en este 2022.
Si para alcanzar esos objetivos son necesarios recursos adicionales al billón de pesos asignado para los trabajos de contención del dique y la reubicación de asentamientos, hay que conseguirlos. El Plan Jarillón ha demostrado que sí es posible lograr la continuidad de propósitos de los gobernantes en la inversión, es una obra vital para Cali, que beneficia a toda la comunidad y evitará riesgos en una de sus zonas más vulnerables.