El del café es un sector de la economía colombiana que aún es fundamental para la Nación y se merece la mayor estabilidad posible. Ponerlo en riesgo por los vaivenes de la política, utilizarlo como comodín para el chantaje o permitir situaciones que alteren su independencia no es admisible y debe ser rechazado por el país.
Las diferencias del presidente de la República, Gustavo Petro, con quien hoy es el Gerente General de la Federación Nacional de Cafeteros, se evidenciaron cuando el mandatario pretendió obstaculizar su elección el pasado mes de abril. Su molestia al no conseguir su objetivo la ha manifestado de diferentes maneras, incluida su negativa a reunirse con Germán Bahamón, y ahora al amenazar con quitarle a la entidad el manejo del Fondo Nacional del Ahorro.
Hay que recordar que es gracias al Fondo que se le ha podido dar mayor estabilidad a los caficultores, en especial en aquellos momentos de crisis derivados de los bajos precios internacionales, como el que empieza a sentirse de nuevo.
Al entregarle a la Federación la administración de esos recursos, que provienen de los impuestos que pagan quienes integran el sector, se ha buscado proteger a las familias y a los productores cafeteros, así como garantizar la solidez del gremio. Por ello no debería quedar expuesto a las coyunturas políticas, como la que hoy se presenta con la posición asumida por el Primer Mandatario.
No se puede olvidar que la relación articulada entre la Federación Nacional de Cafeteros y el Gobierno Nacional se empezó a construir y a consolidar hace casi un siglo, en 1927, cuando se fundó la entidad. Si bien Fedecafé es una organización de carácter privado y solidario, que representa a los Comités Departamentales y a través de ellos a cerca de 540 mil familias que viven del cultivo, recolección y venta del grano en los mercados nacionales e internacionales, la unidad que ha hecho con el Estado ha sido esencial para su sostenibilidad.
Gracias a ello se han cumplido, aun en los peores tiempos, los objetivos de velar por los productores, impulsar el crecimiento comercial, económico, social y tecnológico del sector, influir en la generación de empleo. De igual manera, se mantiene la misión de ayudar al bienestar de las regiones productoras, incluido el Valle del Cauca, donde hay 52.000 hectáreas sembradas en 30 municipios del departamento, y donde 23.000 familias viven del grano.
Por eso no le hace ningún bien la confrontación que ha generado el Presidente de la República, ni las amenazas de quitarle a la entidad la administración del Fondo del Café. Hay que moderar el tono y abrir los canales que permitan el diálogo y generen un acercamiento entre quien hoy tiene en sus manos el futuro de la Federación Nacional de Cafeteros y el Primer Mandatario de los colombianos.
La misión es una sola: trabajar en unidad para garantizar el desarrollo y la expansión que aseguren la estabilidad de la caficultura nacional y de quienes dependen de ella.