A medio camino entre las costas de California y Japón, flotando en el océano, hay un enorme ‘continente’ de residuos de plástico que mantiene en vilo a los científicos desde hace 27 años.
Con una extensión superior a 1,6 millones de kilómetros cuadrados -el equivalente a Francia, España y Alemania juntas-, la Gran Mancha de Basura del Pacífico acumula aproximadamente 1,8 billones de micropartículas de plástico, con un tamaño inferior a 5 milímetros, que pesan unas 80.000 toneladas métricas. Es la más grande, pero no la única. Se ha confirmado la existencia de al menos otras cuatro manchas en el mundo.
Algunos estudios estiman que esos minúsculos trozos causan la muerte de más de 100.000 animales marinos cada año. Y un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), refiere que se ha detectado presencia de microplásticos en hasta 800 especies de peces, moluscos y crustáceos. Al ser parte de la dieta humana, representan un alto riesgo para la salud de quien los consume.
La más reciente preocupación fue lanzada por el Centro de Investigación Ambiental Smithsonian. Sus científicos encontraron que esa gran mancha de plástico está alterando los límites biogeográficos entre los ecosistemas marinos. Más de 480 invertebrados de especies que antes vivían en las costas ahora se reproducen sobre ella, a mar abierto, lo que podría alterar el equilibrio natural de la vida en el mar.
Todo esto es producto del uso indiscriminado que la especie humana ha hecho del plástico y que amenaza con convertir al planeta en un letal basurero. Se estima que, en promedio, los productos de plástico tardan unos 500 años en degradarse. La inofensiva bolsa que se entrega en la caja del supermercado, por ejemplo, causará estragos en los ríos y los océanos durante 150 años antes de descomponerse.
La buena noticia es que a partir de mañana los colombianos podremos empezar a ayudar a detener esa tragedia ambiental, gracias a la entrada en vigencia de la Ley 2232 de 2022, más conocida como ley contra los plásticos de un solo uso. En su primera fase esta norma sacará del mercado siete productos, entre ellos las bolsas de mercado, las de lavandería, los pitillos y los copos de algodón. De aquí al 2030 saldrán también de circulación otros como recipientes y cubiertos desechables, al igual que el icopor.
La meta es que, en los próximos seis años, se sustituyan todos los productos de plástico de un solo uso existentes en Colombia por empaques reutilizables, reciclables o compostables.
Para lograrlo se requieren dos cosas. Que la reglamentación expedida por el Gobierno para que la industria del plástico pueda hacer dicha reconversión, efectivamente funcione. Pero, sobre todo, que los colombianos tomen conciencia y asuman el compromiso de eliminar los 24 kilos de plástico que, en promedio, cada uno desecha al año.
Aunque no lo sepamos, la mayor parte de ellos terminan en los ríos y van a parar al océano. El plástico, muy seguramente, no desaparecerá de nuestras vidas. Pero si reducimos su uso, ayudaremos a que el planeta no se siga ahogando en una mancha tóxica.