Al reforzamiento del Jarillón del río Cauca solo le falta un 4% para que quede listo, noticia que a simple vista parece muy positiva. Ese pequeño porcentaje, sin embargo, corresponde a tramos que tienen asuntos pendientes por resolver, entre ellos la reubicación de comunidades asentadas, las trabas que persisten por las consultas populares y los nuevos invasores al acecho. Nada garantiza entonces que, como se prometió, al finalizar el año los arreglos del dique estén finalizados.
Han sido doce largos años y tres Administraciones Municipales los que han pasado para llegar a este punto. Así mismo, un sinfín de problemas que se han debido sortear, entre ellos el buscar alternativas para reubicar a 8700 familias que tenían invadidos los 26 kilómetros del jarillón, luchar contra quienes pretendieron lucrarse durante décadas de la situación tanto en lo económico y en lo político, al igual que conseguir el billón de pesos que ha costado todo el proceso de despejar y reparar ese muro de contención que protege a Cali de una inundación que sería catastrófica para la ciudad.
Se deben reconocer los esfuerzos y el compromiso que han demostrado quienes han liderado desde el gobierno local ese propósito de ciudad en tiempos recientes, así como el apoyo brindado por la Nación e incluso por algunos gobiernos extranjeros que han realizado aportes financieros y técnicos. Gracias a ello se ha logrado, pese a las tardanzas, que hoy al menos 23 de los 26 kilómetros del jarillón estén listos.
Lo que no se puede permitir es que ese último impulso para concluir lo que falta se quede en veremos. Preocupa, por ejemplo, que de los tramos finales solo uno esté contratado, así como las dificultades para reasentar a cerca de tres mil familias que aún quedan en el lugar, ya sea porque no hay los recursos necesarios para su traslado o por la negativa de muchas de ellas a salir de la zona.
Peores aún son los intentos constantes de volver a invadir sectores ya recuperados del dique, una labor para la que a veces no dan abasto las autoridades locales. El riesgo de retroceder en el camino andado significaría poner de nuevo a la capital del Valle frente a la posibilidad de sufrir una tragedia que afectaría al menos a un millón de habitantes de manera directa, si se debilitan los refuerzos de contención y el río Cauca se desborda, a la vez que se enfrentaría a toda la ciudad a un problema de sanidad pública si hay una inundación en aquellos lugares donde están la principal planta de potabilización de agua y la de tratamiento de aguas residuales.
Por ello hay que insistir en que se garantice la culminación del refuerzo del jarillón del río Cauca y se aseguren los recursos para concluir la reubicación de los asentamientos. Además, que se adelanten los programas y proyectos complementarios, incluido el de convertirlo en un gran pulmón ambiental para la ciudad, que permitan mantener en el tiempo el esfuerzo inmenso que se ha hecho por una obra que le dará tranquilidad a Cali y mantendrá seguros a los caleños.