La educación de su población más joven es la mayor debilidad que tiene Cali. El problema no es nuevo, cada año se diagnostica y cuando se conocen las desconcertantes cifras la Administración de turno hace nuevos planes para mejorar la calidad, ampliar la cobertura y evitar la deserción, pero después poco sucede. Las alertas saltan otra vez y cómo siempre hay que preguntar al Gobierno local, así como a la sociedad en general, qué se hará para que los caleños sean bien educados.

En reciente entrevista con El País, la Secretaria de Educación contó cómo encontró la actual Alcaldía el sistema escolar del municipio. Preocupa que mientras en 2019, según los resultados del Icfes, el 20% de instituciones educativas municipales estaban en niveles A y A+, en 2023 apenas un 4% alcanzó esa calificación. Entre las ciudades capitales, la del Valle se encuentra en los últimos puestos, lo que habla del descuido en mantener una calidad de la enseñanza al menos aceptable y un cuerpo docente bien capacitado.

La deserción es el otro punto en el que pierde el año Cali. Mientras la media nacional de retiros de niños y jóvenes en etapa escolar se ubica entre el 3,5% y el 3,8%, en Cali llega a 6,68%, casi el doble, según contó la Secretaria del ramo. Las cifras oficiales del Ministerio de Educación dicen que el año pasado fueron 10.000 los estudiantes que por diversas razones –económicas o psicosociales en su mayoría- salieron del sistema, número al que se suman algunos miles más que ni siquiera llegan al inicio del año y poco se sabe sobre ellos o sus condiciones.

Si a esto se suma la lentitud para nombrar los docentes en las plazas aprobadas o para reemplazar a quienes se jubilan o toman licencias, se generan todas las condiciones para que la educación pública en Cali, tanto en su zona urbana y en especial en el sector rural, sea deficiente y se obtengan los resultados deplorables en cuanto a calidad. Hay 105 plazas vacantes definitivas y 60 temporales por cubrir, lo que significa que hay escuelas y colegios que no tienen los maestros que requieren.

El anuncio de la Alcaldía de desarrollar el Plan Maestro de Educación que defina las políticas y lineamientos para los próximos 10 años, es positivo. Es imperativo que se haga cuanto antes y que en el proceso se dé solución a las situaciones urgentes, como llenar las vacancias, garantizar que quienes tienen en sus manos la labor de formar a las nuevas generaciones estén bien preparados y que cumplan a cabalidad con su labor.

Hay, además, que regresar al sistema a los escolares que han desertado y encontrar a aquellos que nunca han asistido, así esa labor signifique buscarlos puerta a puerta en todo el perímetro de la ciudad. Es la responsabilidad que tienen el Estado y la sociedad con su población infantil, con los adolescentes y los jóvenes, que en unos años serán el presente de Cali.

Si no se les brinda una buena formación, que responda a las exigencias de un mundo moderno y cambiante, se asegura la cobertura y se garantiza que todos tengan la oportunidad de estudiar y formarse bien, la capital del Valle no logrará el desarrollo que espera ni su población la transformación y el progreso que necesita.