La victoria de Donald Trump sobre Kamala Harris en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos fue contundente, contrario a lo que vaticinaban las encuestas y los expertos. Conocidos los resultados, que fueron aceptados por su contrincante, ahora deberá iniciar la transición para regresar a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025. Se espera que, contrario a lo que sucedió cuando él perdió los comicios en 2020, esta vez el empalme sea tranquilo y sin contratiempos, como ya lo anunció ayer la saliente Administración.

Superada la campaña, que dejó en evidencia la polarización que vive desde hace ya varios años ese país norteamericano y que fue alimentada hábilmente por Trump, así como por los traspiés constantes de los demócratas con el presidente Joe Biden a su cabeza, es tiempo de reflexionar cuáles podrían ser las prioridades del nuevo Gobierno de EE.UU., teniendo en cuenta que el devenir de la primera potencia del mundo tendrá repercusiones en muchos otros países.

Entonces es claro que, a nivel interno, las acciones del Mandatario republicano deberán estar orientadas a ocuparse de la economía, puesto que, si bien parece estable, existe un descontento en las clases medias que han perdido su poder adquisitivo. También deberá asumir temas pendientes como el del aborto, pero con la ventaja de que, al contar con las mayorías en el Congreso, podría legislar rápidamente al respecto.

En esa lista de asuntos por resolver la migración deberá ocupar un lugar primordial, como todo indica que fue igualmente central para los estadounidenses al momento de decidir su voto. Eso y el respeto que Trump asuma frente a los procesos que tiene pendientes con la justicia serán determinantes para que siga contando con el respaldo de la ciudadanía una vez llegue al poder.

En el ámbito internacional, las expectativas giran alrededor de cómo será el relacionamiento de Washington con China, sobre todo en el campo comercial, pero también hay preocupación por el rol que el nuevo Presidente adopte frente a la Otan, especialmente de cara a la guerra en Ucrania y la actitud hacia su homólogo ruso, Vladímir Putin.

Y si bien América Latina estuvo casi ausente de la campaña por la Casa Blanca, una vez posesionado Trump sí tendrá que mirar hacia México, en especial tras las amenazas de subir los aranceles si no se soluciona el tema migratorio, entendiendo que Washington es el principal socio comercial del país azteca. Como tampoco podrá ser indiferente frente a la crisis política y social que padecen los venezolanos, por cuenta de los abusos del régimen de Nicolás Maduro.

De igual forma, vale preguntarse cómo será la relación entre el Mandatario republicano y Gustavo Petro, ante todo en lo referente a asuntos como la erradicación de cultivos ilícitos y las negociaciones que la Casa de Nariño adelanta con varios grupos armados ilegales bajo el amparo de la ONU, ente frente al cual Trump también ha expresado reparos en el pasado. En manos de la diplomacia debe quedar el relacionamiento entre el Presidente de izquierda y el nuevo inquilino de la Casa Blanca.