En la era de la tecnología, cualquier persona tiene el derecho, la capacidad y la posibilidad de emitir sus puntos de vista y de difundir informaciones que no siempre son veraces. En ese escenario, el periodismo cobra más importancia como el compromiso con la verdad y la obligación de transmitirla y defenderla.
La libertad de expresión es una de las grandes conquistas de la humanidad. En ese sentido, el progreso ha hecho grandes aportes para ofrecer formas de comunicación en las cuales cualquier persona pueda ser protagonista, servir de medio informativo, expresar sus puntos de vista o, infortunadamente, aportar hechos que no siempre son veraces y en muchas ocasiones tienen como objetivo desinformar o causar daño.
Frente a esa realidad existe el periodismo serio y responsable que busca los hechos y sus protagonistas, que analiza con objetividad y ofrece los puntos de vista diversos sobre los asuntos que afectan a las sociedades. Es esa profesión que a través de los siglos ha demostrado su compromiso con la búsqueda de la verdad, con la defensa de los valores que hacen posible la convivencia y el progreso y con la obligación de entregar una información precisa y a tiempo.
Por supuesto, el periodismo y los medios de comunicación que hacen posible esa difusión, no son ni pueden ser infalibles y deben estar expuestos a la crítica. Ella forma parte del derecho a informar y a estar informado en forma veraz y oportuna, lo que hace posible también la participación de quienes reciben esa información. Es el proceso que se ha ido desarrollando a través de los tiempos y que tiene un nuevo protagonista en el internet y la tecnología que hace factible tener al instante imágenes y noticias como nunca antes.
Hoy, cada persona puede ser generadora y transmisora de eventos y situaciones en las redes sociales. De hecho, lo que parece existir ya es una verdadera explosión y saturación de informaciones originadas en muchos casos por intenciones que superan los límites de la ética y de la responsabilidad. Con ello se hace daño y se afecta de manera grave ese derecho a informar y ser informado, esencial para un mundo libre y responsable.
Es allí donde debe prevalecer el periodismo que respeta la verdad ante todo, cumpliendo una misión sagrada, la de evitar en lo posible las distorsiones que hacen daño, los silencios que ocultan los hechos relevantes de una noticia y rechaza la intención de usarlos con fines distintos al cumplimiento de principios y valores fundamentales para la sociedad y la misma profesión. Aquel que investiga con rigor, que opina enalteciendo la veracidad y tiene en cuenta todas las caras de una noticia.
Así se construye la confianza y la credibilidad del periodismo que se mantiene como uno de los pilares de la democracia y de la libertad. En un mundo donde el acceso a la información y la posibilidad de informar es casi que ilimitada y la confusión parece ser el resultado de ese progreso, el periodismo se destaca por su compromiso con la verdad y con su deber de aportar a construir sociedades más justas, más enteradas y más democráticas.