Colombia vive hoy una inquietante paradoja en materia de seguridad energética. Por un lado, en las últimas horas se han conocido muy buenas noticias sobre el hallazgo de un enorme yacimiento de gas en aguas profundas del mar Caribe, que permitiría triplicar las reservas actuales de ese combustible. Pero, al mismo tiempo, han aumentado las alertas sobre el grave déficit de gas que el país enfrentará en el 2025.
En efecto, ya está claro que el año próximo no habrá suficiente gas para atender la demanda de los hogares, las industrias y el parque automotor que lo utiliza. Y aunque restan muy pocos días para terminar el 2024, no hay ninguna certeza sobre lo que se hará para corregir tal situación.
El presidente Gustavo Petro y su ministro de Minas han intentado matizar la gravedad del asunto, pero la evidencia de las cifras es incuestionable. Las reservas de gas existentes hoy garantizan un horizonte de suministro de seis o siete años. Sin embargo, como la demanda ha venido creciendo, las mismas pueden empezar a agotarse.
Según lo reconoció el propio presidente de Ecopetrol, el año próximo ya habrá un déficit de unos 160 gigas de BTU (la medida que se utiliza para determinar el consumo). Eso significa que al país le quedaría faltando un 7,5% del gas necesario para cubrir toda la demanda de los hogares y los comercios en el 2025. Y si no se acumulan nuevas reservas a las ya existentes, el déficit saltaría a 180 gigas de BTU, y podría seguir creciendo hasta unas 500.
Para poder corregir esa situación, y garantizar el suministro constante del combustible, la única salida posible es la importación de gas. No obstante, el Gobierno no ha sido claro aún al respecto.
Aunque llegó a hablarse en su momento de una posible importación desde Venezuela, los conocedores del sector advierten que esa no es hoy una opción viable. Primero, porque ello representaría un respaldo indeseable al régimen del dictador Nicolás Maduro. Y segundo, porque el oleoducto no está en condiciones técnicas para esa operación.
Así las cosas, solo resta importar gas por vía marítima de otro país, pero ello implicará un aumento en el precio que pagará el usuario final. El Gobierno estima que esa alza sería de un 10%, pero Promigas, la mayor distribuidora del combustible, la calcula en un 23%. En cualquier caso, será un golpe duro para el bolsillo de millones de colombianos, especialmente de los sectores sociales más vulnerables.
En ese contexto, el hallazgo del enorme yacimiento del pozo Uchuva 2, debe tomarse con realismo y sin falsas expectativas. Porque se estima que ese gas solo empezaría a llegar en el año 2029, pues primero habrá que construir un gasoducto submarino de unos 117 kilómetros de longitud y superar 116 consultas previas con comunidades, además de todos los procesos de obtención de licencias ambientales.
Por todo ello, el Gobierno debe hablarle en este momento con claridad al país, y más que echar campanas al vuelo por el futuro, atender las afugias del corto plazo. Resolver el déficit de gas no da espera.