La elección de Claudia Sheinbaum como nueva presidenta de México marca un hito histórico para ese país, pero plantea, al mismo tiempo, grandes interrogantes sobre lo que se avecina para él. El triunfo de Sheinbaum es altamente significativo, no solo porque se trata de la primera mujer mexicana que logra llegar a ese cargo, sino también por la forma contundente en que lo obtuvo y lo que ello representa.

La abanderada de la coalición oficialista de izquierda superó en más de 30 puntos porcentuales a su principal opositora, la candidata de la coalición de derecha, Xóchitl Gálvez. Lo cual evidencia que los graves problemas de seguridad que México ha padecido en los últimos años no hicieron gran mella en el proyecto político del saliente presidente Andrés Manuel López Obrador. Y que la continuidad de sus políticas económicas y sociales está asegurada.

Fue justamente el factor económico el que, según muchos analistas, determinó el rumbo de la elección. Las cifras indican que el gobierno saliente logró un importante avance social, sacando a unos 5 millones de personas de la pobreza, hecho que en las urnas fue mejor ponderado que sus cuestionables resultados en la lucha contra la violencia.

Y ese será el mayor desafío para la presidenta Sheinbaum: deberá pagar las enormes deudas pendientes que su antecesor deja en materia de seguridad, sin retroceder en lo social. No será una tarea nada fácil. En los casi seis años de gobierno de López Obrador se contabilizan más de 176.000 homicidios, un 28% más que los que ocurrieron en el mandato de Enrique Peña Nieto.

Y mientras vastas zonas del país se desangran en la lucha contra los poderosos carteles del narcotráfico, los mexicanos no logran ponerse de acuerdo sobre cuál es la forma correcta de enfrentarlos. López Obrador tuvo un rumbo errático en este frente. Inicialmente puso en un segundo plano la respuesta armada, pero después pasó al otro extremo y privilegió la militarización del país a través de Guardia Nacional.

Ese cuerpo militar, altamente centralizado, hoy no solo cumple tareas policiales, sino que además se le han entregado funciones de control migratorio, manejo de aduanas, administración de aeropuertos y hasta de construcción de infraestructura. Pero no son pocas las voces que cuestionan el modelo y reclaman un enfoque de fortalecimiento de las policías locales y las autoridades territoriales. Sheinbaum, en principio, parece inclinarse por seguir el camino de su predecesor.

Y a lo anterior hay que agregar que las mujeres mexicanas tienen la enorme esperanza de que la llegada de la primera Presidenta logrará, por fin, una solución efectiva para el doloroso y creciente fenómeno de la violencia basada en género, algo en lo que el país retrocedió con López Obrador. En efecto, mientras en el gobierno de Peña Nieto se contabilizaron 7.439 feminicidios, en los tres primeros años de la actual administración la cifra ya iba en 11.852.

Con todo, el triunfo de Claudia Sheinbaum es un hecho esperanzador para Latinoamérica, que demanda cada vez más liderazgos femeninos.