En Cali hay casi a diario un muerto por accidente de tránsito. Las alarmas deberían estar encendidas frente a esa cifra, reflejo de lo que sucede en las vías por la falta de educación ciudadana en el respeto a las normas de movilidad, creadas para proteger la vida y la integridad de las personas, y por la falla en el principio de autoridad, fundamental para hacer que las leyes se cumplan.
Si bien las cifras entregadas por la Secretaría de Movilidad de Cali reflejan una disminución en el número de muertes por siniestralidad vial, en comparación con el año anterior, los datos preocupan. Entre el primero de enero y el de agosto de 2023 en la capital del Valle 170 personas perdieron la vida en las carreteras de la ciudad, nueve menos que en 2022, pero 24 más que en 2020 y cinco más que en 2021. Ese 5% de disminución es importante, pero el total de muertes indica que algo sigue fallando y de manera grave.
El análisis sobre lo que acontece en las calles caleñas y con quienes conducen por ellas deja respuestas evidentes. Pareciera que a los ciudadanos se les olvidó que el respeto por las reglas de tránsito está directamente relacionado con la protección de sus vidas y las de los demás.
Si alguien se pasa un semáforo en rojo, hay una alta probabilidad de que sufra un siniestro; si se excede el límite de velocidad, hay mayor posibilidad de chocarse o embestir a alguien; si no se respeta un pare, la tragedia está a la vuelta de la esquina.
Igual sucede si se entrega una licencia de conducción a quien no cuenta con la experiencia y el entrenamiento debidos, o si se permite circular por las calles al 57% de los vehículos sin la debida revisión tecnicomecánica y a un 47% sin el Seguro Obligatorio, Soat. ¿Por qué hay motociclistas que no cumplen con el uso del casco o la autoridad no aparece cuando familias de tres o cuatro personas se transportan en una moto?
Son precisamente los motociclistas los que encabezan la lista de muertes en accidentes de tránsito, con 76 víctimas de las 170 reportadas en lo que va del año. Les siguen los peatones con 59 casos, 15 más fueron pasajeros y 9 correspondieron a ciclistas. Cada caso es una vida que se podría haber salvado si las normas se cumplieran o si la autoridad hiciera su labor como corresponde.
Esa indisciplina se ha exacerbado en los años recientes, entre otras razones por la laxitud de las autoridades locales para hacer cumplir la ley. La falta de controles es evidente, así como el mensaje tácito de que no importa cometer infracciones o violar las normas porque las sanciones no llegarán. Si a ello se suma la falta de educación desde la más temprana edad en el respeto a la ley y a la autoridad, al acatamiento del Código Nacional de Tránsito y a una conducción responsable, el resultado es el que hoy tiene Cali.
Educar y ejercer la autoridad para mantener el orden en las vías son condiciones esenciales para hacer de la capital del Valle una ciudad con calles seguras para todos, para quienes manejan, para los pasajeros y para los peatones.