Aprobado por el Concejo el nuevo cupo de endeudamiento para Cali por $3,5 billones, es el momento de pedir que los recursos obtenidos a futuro a través de esos empréstitos se dirijan a adelantar las obras necesarias para la capital del Valle, que no son otras diferentes a aquellas que lleven bienestar a sus habitantes. Los ojos de la opinión pública estarán puestos a partir de ahora en cómo se manejen dichos dineros y en que los proyectos presentados sí se hagan a cabalidad.
Los rezagos de una ciudad habitada por dos millones y medio de personas, que no cuenta desde hace años con presupuesto suficiente para acometer las ejecuciones en materia de infraestructura, ordenamiento urbano, reposición de redes de servicios públicos, así como para atender necesidades básicas de su población, obliga, sin duda, a recurrir a la figura del empréstito.
Hay obras prioritarias como el Tren de Cercanías, la rehabilitación de 800 kilómetros de la red vial urbana y rural, completar el cambio de las obsoletas tuberías de acueducto y alcantarillado o contar con los recursos necesarios para continuar la recuperación del Centro, que no dan espera.
También es impostergable encontrar la solución definitiva al cada vez más complejo panorama de la salida al mar, así como concluir proyectos que se quedaron en veremos como la terminación de la Circunvalar o el puente de Chipichape. Y es requisito referirse a las obras sociales, de educación, generación de empleo y seguridad que permitan brindar mayores oportunidades, así como mejorar las condiciones de vida de los caleños o de quienes han migrado hacia la capital del suroccidente colombiano en busca de un futuro mejor.
Son muchos los frentes, seguramente más de los 35 presentados al Concejo en el proyecto del endeudamiento, que se deberían abordar con los recursos que lleguen a la ciudad a través de los préstamos financieros. Por esa misma razón, se le debe exigir al Gobierno Local que garantice el uso transparente y eficiente de los dineros que le sean otorgados por la banca, a la vez que se debe pedir a los órganos de control que mantengan sus ojos avisores sobre su administración.
De usarse el total del cupo de endeudamiento aprobado, Cali quedaría con acreencias cercanas a los $4,5 billones, si se tienen en cuenta las que ya hay comprometidas por gestiones de gobiernos anteriores y que hoy suman $1 billón. Es un monto muy alto que la capital vallecaucana deberá estar en capacidad de pagar cuando se llegue el momento, tal como lo aseguran quienes hoy dirigen la ciudad, para evitar que los fantasmas de la insolvencia se posen sobre ella.
Si se logra, como se ha dicho desde la Administración caleña, que las obras financiadas a través del empréstito mejoren las condiciones en las que viven los habitantes, permitan hacer obras que no dan más espera y lleven a que miles de personas en la ciudad salgan de la pobreza extrema en los próximos años, habrá valido la pena el esfuerzo y también el riesgo. Cali merece progresar, superar sus rezagos urbanísticos, tener un desarrollo ordenado y resolver las necesidades de sus 2,5 millones de pobladores.