Contar nuevamente con un ferrocarril que conecte al puerto de Buenaventura con el centro del país ha sido uno de los grandes anhelos frustrados del Valle del Cauca en las últimas décadas. Aunque en el pasado reciente se hicieron al menos dos intentos para recuperar el tren de carga en la región, mediante concesiones hechas a operadores privados, los mismos no prosperaron y terminaron en pleitos jurídicos.
Sin embargo, una nueva esperanza ha resurgido. Como bien lo explicó este diario en su edición del pasado domingo, en la actualidad avanza un estudio de prefactibilidad -contratado por la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, con la Financiera de Desarrollo Nacional- para determinar cómo podría conectarse a Buenaventura con el Corredor Férreo Central, que va de La Dorada a Chiriguaná.
Se trata de un macroproyecto que implicaría construir unos 560 kilómetros de red férrea, atravesando dos cordilleras, por el cual se podría habilitar no solo transporte de carga, sino también de pasajeros. Estimativos no oficiales sobre su costo indican que el mismo podría sobrepasar los $18 billones.
La red iniciaría su recorrido en el puerto de Aguadulce, en el Distrito de Buenaventura, y desde allí se extendería hasta el sector de Zaragoza, para luego continuar hacia Loboguerrero. Desde este último punto seguiría a Yumbo y luego enfilaría hacia el centro del país, conectando primero con La Tebaida (Quindío), luego el departamento del Tolima y llegando finalmente al territorio de Cundinamarca.
¿Por qué se trata de un proyecto clave para el país? Por su enorme impacto benéfico para las empresas que gestionan carga de comercio exterior. El modo férreo permite movilizar más toneladas con menor combustible, generando un enorme ahorro en costos logísticos.
Por otro lado, porque permitiría dotar al país de otro sistema de transporte de pasajeros, conectando a grandes centros urbanos que hoy dependen, en muchos casos, solo del transporte por carretera. Se fortalecería, además, la competitividad de Colombia para conectar con los grandes mercados asiáticos. Y se daría un fuerte impulso económico a todas las regiones del Suroccidente, especialmente al Valle del Cauca.
Sin embargo, como pasa con tantos otros, el gran desafío de este proyecto será obtener las respectivas licencias ambientales. Y también obtener los avales de las comunidades que llegaren a ser impactadas en su desarrollo.
Lo cual obliga a las autoridades regionales a empezar a trabajar desde ya en un ejercicio pedagógico intenso, para que los vallecaucanos comprendan la enorme oportunidad de progreso que representa la recuperación del tren.
Los resultados de los estudios de prefactibilidad se conocerán en el 2025, pero es preciso que en la región se active desde ya la conversación sobre el asunto. Porque debemos crear los consensos necesarios para exigir al Gobierno Nacional que concrete, por fin y de una vez por todas, la ‘resurrección’ del anhelado Ferrocarril del Pacífico.