Si hay algo que identifique a Cali son sus árboles y el espectáculo con el cual llenan su espacio.

La capital del Valle es una de las ciudades más verdes del mundo porque en sus vías principales, a lado y lado de las calles, en los parques, en los barrios, en los antejardines de las casas, en todo lado, los árboles están presentes.

Son los pulmones que le quedan a una urbe cada vez más contaminada, con un parque automotor que aumenta sin límites y donde la urgencia de cuidar el medio ambiente parece relegada.

Se calcula que hay 300 mil árboles en la ciudad, entre ellos palmas, ceibas y samanes centenarios, que deben protegerse y restituirlos cuando cumplen su ciclo vital, aumentando en cantidad para que no falten.

De ellos un 5% está enfermo; 15.000 árboles que es necesario tratar de salvar.

Pero preocupa que anualmente solo se intervienen 50 plantas por comuna, lo que significa no más de 1100 cada año.

Esos niveles de recuperación que realiza el Dagma no van al ritmo que necesita la ciudad para conservar sus especies arbóreas.

Por ello, junto con la siembra permanente hay que pedirle a la entidad ambiental más agilidad en su trabajo, porque esa es nuestra imagen, nuestro medio ambiente y una parte importante de nuestra identidad.

Mantener a Cali con sus árboles es necesario, solo hay que pensar en lo que sería si no los tuviera.