El tráfico de fauna silvestre es un problema crítico que parece no dar tregua en Cali, como lo demuestran los 214 animales rescatados por el Dagma de las garras de los traficantes, en lo que va corrido de este año.

Este comercio ilegal está entre los que más recursos ilícitos mueve cada año en el mundo y regiones como el Valle del Cauca, una de las más biodiversas a nivel nacional, son blanco fácil de los negociantes.

El daño que esa actividad ilícita causa tanto a las especies como a los ecosistemas, e incluso a los humanos que tienen contacto con ellos, es la mayoría de las veces irreparable.

Al permanecer en un entorno que no es el suyo, los animales pueden enfermarse o morir; o ser transmisores de enfermedades letales, como por ejemplo el covid.

Las autoridades ambientales han hecho un arduo trabajo para mitigar este problema, rescatar a las especies en cautiverio y devolverlas a su hábitat natural.

Pero es necesario hacer un llamado a la ciudadanía para que no se preste a esa ilegalidad comprando o recibiendo animales silvestres.

Debe ser propósito de todos cooperar y denunciar para cuidar uno de los tesoros más grandes del Valle: la biodiversidad.

No se puede olvidar que el tráfico de fauna silvestre es un delito que se castiga con penas de hasta 11 años de cárcel, que se aplican tanto a quienes comercializan como a quienes compran animales extraídos sin permiso de sus ecosistemas.