Las cárceles en Colombia se volvieron las escuelas del crimen, desde donde se dirige la delincuencia común que golpea a los ciudadanos fuera de ellas.
Hace varias semanas este diario denunció que los controles de seguridad en varias cárceles de Colombia son vulnerados por los internos y sus cómplices.
“Usan casas cercanas para enviar los drones. Un dron hace hasta 15 viajes por noche”, fue una de las denuncias que recopiló El País, para evidenciar cómo los ingresan todo tipo de objetos a los centros penitenciarios.
Celulares, armas blancas y drogas son algunos de los objetos que se pueden hallar al interior.
Desde las cárceles realizan la mayoría de las llamadas extorsivas a los ciudadanos, pero también se estructuran otros delitos como el homicidio y el tráfico de drogas.
Un ejemplo de ello es la banda La Inmaculada, cuyos líderes están recluidos, pero lideran su accionar delictivo desde la cárcel y coordinan ataques en ciudades como Tuluá.
Que en 2023 hayan decomisado casi 30 mil celulares y 55 mil simcards en las cárceles del país, demuestra que no son casos aislados.
Lo que pasa en los centros penitenciarios es grave, pone en riesgo la seguridad de los colombianos y debe ser atendido con urgencia por las autoridades.
Operativos como los realizados por la Policía en las cárceles de Colombia ayer, para reducir la extorsión y los homicidios, deben ser una constante.
Los ciudadanos no pueden estar a merced de los delincuentes.