El balance no podía ser más nefasto: 980 colombianos resultaron lesionados por pólvora durante las festividades de diciembre y Año Nuevo.
Son 299 casos más que en el mismo periodo del 2020, lo que muestra que las medidas que se imponen no son tomadas en cuenta por los ciudadanos y las consecuencias son peor año tras año.
Quemaduras de piel, pérdidas de extremidades, daños en los ojos y muertes se vieron en estas fechas debido a la manipulación de esos artefactos explosivos.
Los jóvenes y adultos fueron los más afectados, pero el número de menores lesionados superó el de los años anteriores con 289 casos, algunos de ellos de extrema gravedad y con consecuencias de por vida.
Y si bien en el Valle el número de lesionados disminuyó al pasar de 85 a 79 este año, la cifra sigue siendo muy alta.
También fueron constantes las quejas por los efectos que causó en los animales, como se vio con las muertes de un antílope y un chigüiro en el Zoológico de Cali que según los especialistas se debieron al estrés causado por la pólvora.
Que no se atiendan las recomendaciones ni las normas impuestas en los municipios, demuestra que el problema es cultural y se necesitan disposiciones especiales para atenderlo.
Si se quieren evitar tragedias como las que hoy viven los 980 lesionados y sus familias, el uso de la pólvora se debe dejar de forma exclusiva en manos expertas y no tiene por qué ser la manera de expresar la alegría en estas festividades.