Y continua el problema que parece nunca acabar en Cali: una nueva escombrera se adueñó del barrio Petecuy, trayendo a su vez graves problemas de inseguridad y contaminación ambiental en el sector.

Estos también llamados ‘puntos críticos de arrojo clandestino de residuos’ representan no solo una amenaza para el medio ambiente, sino para el río Cauca, el afluente del que se surten de agua potable el 70 % de los caleños.

Por varios años, distintos sectores han denunciado que esto es un negocio, tal como lo hicieron recientemente algunos habitantes de Petecuy. La preocupación reside en que a esta nueva escombrera, como a las demás, no solo van a parar desechos orgánicos e inorgánicos, sino humanos.

Tampoco se deben dejar a un lado los altos costos que este problema le ha dejado a la ciudad; por ejemplo, la escombrera de la Carrera 50 le cuesta más de $3500 millones a la Alcaldía al año para descolmatarla.

Si bien es acertada la atención que el alcalde Alejandro Eder ha dispuesto sobre cuidar el medio ambiente y limpiar la ciudad, las escombreras son un problema latente y deben ser una prioridad para las autoridades.

Estos depósitos son un indicador del atraso en que Cali está sumergida y no permiten que se convierta en una ciudad moderna, con miras hacia al progreso. Es urgente tomar medidas decisivas para ponerle fin a este mal que por años ha golpeado a la ciudad.