No habían pasado los primeros seis días del 2022 cuando las autoridades colombianas ya habían incautado cinco toneladas de cocaína provenientes del Pacífico.
En uno de los mayores decomisos realizados en meses recientes, la Armada Nacional junto con la DEA y guardacostas de El Salvador interceptaron cerca a Punta Remedios, en el país centroamericano, 4,15 toneladas de la droga embarcadas en dos lanchas que habrían salido de Tumaco, Nariño.
La otra tonelada del alcaloide se detectó en el puerto de Buenaventura en medio de un cargamento de pieles que tenía como destino Bulgaria, en los Balcanes, desde donde sería distribuida a varios países de Europa.
Con estas acciones se demuestra que en la lucha contra el narcotráfico no puede haber ninguna tregua y que la colaboración transnacional es necesaria para detener un negocio criminal que afecta a todo el mundo pero en primer lugar a Colombia.
Las autoridades de nuestro país están haciendo su trabajo, como lo evidencian las 659 toneladas incautadas en el 2021 por un valor de US$21.000 millones, la destrucción de 5414 infraestructuras para producción del alcaloide y las 103.000 hectáreas de cultivos ilícitos erradicadas.
Pero de poco servirá ese esfuerzo mientras la demanda en el exterior no se enfrente con la misma contundencia con que se le exige a Colombia que combata el narcotráfico.