Por: Demetrio Arabia / Columnista de El País
Una fábula de origen desconocido, aunque se le atribuye a Esopo, cuenta que un escorpión le pide a la rana que lo cargue para atravesar el rio, con la promesa de que no le clavará su aguijón, porque se ahogarían ambos. Una vez lo cruzan, el escorpión clava su aguijón, y la rana moribunda le pregunta ¿por qué?, y el escorpión responde: ¡Es mi naturaleza!
No voy a referirme a la naturaleza de un país, como Colombia, que cuenta con la mayor biodiversidad del mundo, hogar de más de 51.000 especies, y casi 300 tipos de ecosistemas, sino que quiero “escarbar” la naturaleza de quienes lo habitamos, porque lo que estamos haciendo raya el nadir de las chuminadas.
Y es que, no hay quien nos entienda. Somos un país de contrasentidos, con ideas absurdas, disparatadas, y acciones que no solo carecen de vergüenza, sino que son retadoras e insultantes. Lo que acaba de suceder en Sahagún, Córdoba, donde a un BANDIDO llamado Bernardo Miguel “Ñoño” Elías, con dos condenas de la Corte Suprema, e inhabilitado por la Procuraduría (12 años) para ejercer cargos públicos, le hayan tributado un recibimiento de héroe, paralizando toda la ciudad, declarando día cívico, y decenas de caravanas luciendo pancartas de “Ñoño Presidente”, muestra nuestro pelaje.
Así las cosas, narrando nuestra oscuridad, comenzamos a ver claramente lo que es vivir en un país corrupto y desvergonzado, donde ya no existe ni la mínima consideración para aquellos que a diario se esfuerzan por ejercer un cargo público de forma ética y transparente. ¡MISERABLES!
Tristemente detrás de estas muestras donde el contrasentido adquiere ribetes de estupidez, está la rendición de una parte de la sociedad, ante la cooptación del Estado por organizaciones mafiosas, que desvirtúan la esencia de la democracia.
Bastará mirar lo sucedido con el embajador de Colombia en Nicaragua, León Freddy Muñoz, donde mostró sus credenciales de OSO, al violar las más elementales normas del ejercicio diplomático participando en el desfile de apoyo al dictador Daniel Ortega, en vísperas de la sentencia de la Corte Internacional de justicia ante la aspiración de Nicaragua de ampliar su plataforma continental más allá de las 200 millas. ¡Todo un impresentable!
Somos un pueblo extraño, compuesto por una variedad de escorpiones que no solamente celebran ruidosamente sus engaños, sino que las reiteran para no perder vigencia. Es nuestra NATURALEZA. Sí, la de todos. Y ahora, en vísperas de elecciones regionales volveremos al colorido espectáculo del voto popular, que no es más que el voto amarrado por la plata de los ricos, para comprar los votos de los pobres, para conservar la distancia entre ellos.
Y hablando de colores, cuentan que Napoleón usaba una camisa roja en sus batallas porque si era herido, no se notara su sangre y sus soldados no dejarían de luchar. Doscientos años más tarde nuestros políticos tienen más colorido: Rojo tradicional, rojo voltearepas, azul acomodado, verdes tibios, amarillos pálidos, naranjas, y los del arco iris. Todos coinciden con los colores del escorpión.
DEL FILÓSOFO DE ROZO:
Unas bellas piernas: Las mejores escaleras para llegar al cielo.