La campaña electoral en los Estados Unidos es el evento global más importante por estos días. No solo por lo que significa para ese país, sino por las consecuencias sobre el resto del mundo. Son muchas las razones para afirmar que hoy no tiene ese país la preponderancia de otros tiempos. Sin embargo, es indiscutible la importancia que acarrea lo que allí pueda suceder en noviembre.
Lo que ha venido ocurriendo con los partidos tradicionales es preocupante, aunque siguen siendo ‘los partidos’ alrededor de los cuales gira la política americana. En el caso del partido Republicano, el llamado GOP (Grand Old Party), lo que ha pasado es insólito. Que un partido con tanta tradición y que ha tenido figuras tan destacadas en la historia haya sido tomado por un siniestro personaje como Trump, que simboliza mucho de lo que siempre se había considerado repudiable en esa sociedad: evasor de impuestos, abusador de mujeres, mentiroso, oportunista que aprovecha su paso por el poder para beneficio propio de manera descarada, etc., etc. Resulta todo muy difícil de entender.
Por el lado demócrata, la presencia de políticos que llamaríamos de izquierda, como Ocasio o Sanders, y aquellos defensores extremos de lo que se viene llamando la ‘Cultura Woke’, han dado origen a distancias que parecían insuperables para poder actuar de manera unificada. Eso frente a la amenaza de Trump y con un candidato débil hacía ver muy factible un nuevo y caótico gobierno de Trump, sin ninguna continuidad como proyecto de país.
Pues bien, las cosas parecen estar cambiando. Por un lado, la emergencia de Kamala como candidata con una fuerza que nadie preveía y una respuesta de los demócratas sorprendente, por la unidad con que están actuando, convirtió a su candidata en una opción con buenas probabilidades de éxito. Del otro lado, lo que viene haciendo la National Heritage Foundation con su Proyecto 2025, que es un plan de gobierno a largo plazo.
Muy conservador y extremista en sus propuestas, pero que puede darle cuerpo a lo que sería un renovado partido republicano. No sería extraño que el GOP termine convirtiéndose, si no de nombre sí en enfoque, en MAGA (Make America Great Again). Y, una persona como Vance, joven y con formación, puede ser un continuador más estructurado de esos puntos de vista. En resumen, podrían estar resurgiendo los dos partidos. Con posiciones muy distantes y el riesgo de que terminen en una conversación de sordos, pero con la posibilidad de construir un diálogo democrático que vaya más allá de los peligrosos personalismos.
Esto es una enseñanza para Colombia, cuando Petro se empeña por consolidar al Pacto Histórico como la base de su proyecto de largo plazo. Es el tiempo de que las demás fuerzas se traten de articular para tener posiciones fuertes y recuperar la importancia que, en un momento como este, pueden tener los partidos.
Es tiempo de recordar a Barco con su ‘gobierno-oposición’, pero eso no funciona si el Pacto Histórico está más o menos articulado frente a un ‘salpicón’ de posiciones personalistas. Hay que aprender de los demócratas americanos.