Es un motivo de satisfacción que nuestra Cali, segunda gran ciudad de Latinoamérica en población afrodescendiente, sea una de las sedes en las que se celebra el Campeonato del Mundo de fútbol femenino sub 20, dentro del que nuestras jóvenes futbolistas seleccionadas están desempeñando un destacado y digno papel, merecedor de nuestro reconocimiento y aplauso.

Por otro lado, Cali será la sede, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre próximos, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad, COP 16, lo que convierte a Cali en una especie de vitrina en la que el mundo entero pondrá sus ojos.

No puedo dejar de alabar que el actual gobierno de Cali haya anunciado el inicio de la recuperación de la laguna conocida como Charco Azul, o el Pondaje, en el populoso sector de Agua blanca, y el inicio de la construcción de un amplio parque central recreacional aprovechando algunos terrenos incautados al narcotráfico.

Además, con la colaboración del gobierno nacional y departamental, el desarrollo de un plan integral en materia de seguridad que incluye nuevas tecnologías, más policías y asesoramiento internacional policial.

Ambos eventos deberían ser un llamado a nuestra reflexión para responder con eficacia en su organización y desarrollo, dando una imagen positiva tanto de Cali, como del Valle del Cauca y, finalmente, de Colombia.

No obstante, debo deplorar la falta de previsión para que estas y otras iniciativas no se hayan planificado y ejecutado previamente.

En el caso de Cali, debe agregarse, la necesidad de promocionar escuelas de fútbol femenino y masculino en las instituciones educativas públicas y privadas, y de fortalecer las que ya existen en el América, Deportivo Cali y otros equipos de fútbol; liberar a los andenes de los vehículos y dejarlos como espacios abiertos para el disfrute de la gente; rescatar todo el sistema de humedales, parques y zonas verdes de Cali, incluyendo la descontaminación de sus siete ríos, como también, el mejoramiento y terminación del sendero ecológico al cerro de Cristo Rey.

En ese mismo camino, se deben mantener como política pública de Estado todas las medidas de seguridad que se van a desplegar en Cali, con motivo de la Cop 16.

Pero como Cali hace parte de la Región del Pacifico colombiano, es necesario que las anteriores acciones, también se promuevan en sus diversas ciudades, lo mismo en favor de la protección del mar Pacífico, incluyendo sus manglares, esteros y comunicación con el mar Caribe, aprovechando los canales naturales como son los ríos San Juan, Atrato y la carretera pavimentada de 60 kilómetros que comunica a Istmina, ubicada al borde del río San Juan con la ciudad de Quibdó, capital del Departamento del Chocó y principal puerto fluvial sobre el río Atrato.

De otra parte, es necesario implantar una cultura de protección y cuidado de los ríos y mares de Colombia, fuente fundamental para la existencia en el país de una verdadera industria pesquera que tanto estamos necesitando para el desarrollo de una política de seguridad alimentaria y para prevenir futuras tragedias naturales que se puedan presentar por el crecimiento en los niveles de agua del mar, fenómeno que como consecuencia del cambio climático, amenaza tanto a Colombia como a otras partes del mundo.

Estimular este tipo de eventos en diversas ciudades de Colombia, ayudará a crear valor cultural añadido y a mejorar y humanizar el espacio físico.