Aunque es la segunda vez que aspira a ser Alcalde de Cali, Michel Maya asegura que esta vez las condiciones están dadas para conseguir más de 400.000 votos. Que además de la calle, las redes sociales son sus aliadas porque desde allí puede acercarse a quienes están necesitados de liderazgos renovadores.
Explica que se alejó del Partido Verde y decidió buscar el respaldo de firmas con ‘Cali para todos’ porque su antigua colectividad ya no es coherente con las premisas que pregona como la lucha anticorrupción.
Asegura que Roberto Ortiz, su rival en campaña, es irresponsable al proponer el nombre del exalcalde Jorge Iván Ospina en una dependencia del Municipio y también es “antipático” al mostrar a sus rivales como perdedores.
¿Cómo va la recolección de firmas?
Va bien, contantes y sonantes tenemos doce mil firmas hasta ahora. Desde marzo que arrancamos la campaña, el enfoque ha estado en enviar un mensaje de esperanza y sobre todo, decir que en Cali hay opciones para transformar la ciudad. Hace un año nos decían que el candidato que entregaba más de doscientas mil casas, cinco millones de firmas, que tenía todo el dinero y toda la máquina ya era el Presidente y el día de las elecciones no quedó ni de tercero. Esto lo digo porque a nosotros lo que nos exige la Registraduría son 50.000 firmas válidas para inscribirnos y vamos a presentar 50.000 firmas. Esto no es una competencia por quién recoge más, nuestra competencia es meternos en la cabeza y el corazón de los caleños.
Usted arrancó en marzo la campaña, mientras otros empezaron incluso desde el año pasado. ¿Por qué arrancó tan tarde?
Este grupo lleva sin parar desde el 2009 haciendo ejercicios políticos-electorales, de opinión, escribiendo, opinando, participando en elecciones activamente. Nosotros fuimos fundamentales en la elección de Catalina Ortiz en la Cámara de Representantes y estamos muy orgullosos. Después de la elección de 2015 no paramos, seguí en el activismo político, pero no haciendo política tradicional. A mí no me han visto repartiendo neveras, ni regalos, ni prometiendo lo que no es posible. Creo, por el contrario, que la política tradicional comenzó la campaña muy temprano porque tiene miedo, hay un comportamiento electoral en la ciudad que ha venido demostrando hechos reales (Plebiscito por la Paz, consulta Presidencial, elección del Congreso de la República, primera y segunda vuelta Presidencial y Consulta Anticorrupción). Sin buses, sin plata, sin políticos tradicionales, salieron a votar 600.000 caleños para enviar una señal en contra de la corrupción.
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Pero Michel Maya no es tan visible...
Arrancamos la campaña en marzo con consulta abierta en Internet, por redes sociales, que nos permite hacer política de manera distinta. No necesitamos miles de millones de pesos, ni ser grandes industriales o ser dueños del chance para hacer campaña. Lo que pasa es que la política tradicional nos quiere convencer de que esto ya está definido y eso no es así. Las encuestas muestran que quienes lideran no satisfacen a la ciudadanía porque no representan una opción diferente. No tengo que posar de ambientalista porque el tema ambiental lo ejerzo en mi día a día, ni de honesto porque mi historia política y privada demuestra que el tema de honestidad hace parte de mi forma de hacer las cosas; creo que esa coherencia me puede permitir, de aquí al 27 de octubre, que la ciudadanía que hoy está indecisa se conecte con un proyecto político que saque a Cali del atraso.
Muchos esperaban que Sergio Fajardo lo acompañara, pero él y otros de sus amigos políticos lo dejaron solo. ¿Cómo se siente?
Creo que el bien en política más escaso es la coherencia. Siempre he acompañado candidaturas por convicción, nunca ha sido un acuerdo de ‘yo te apoyo tú me apoyas’, ‘yo te doy tú me das’. En ese sentido respeto la decisión de Sergio Fajardo y de muchas otras personas, creo que estamos en un momento de madurez donde ya no es la campaña que está ligada a una gran figura como cuando acompañé a Rodrigo Guerrero en la alcaldía, que fue fundamental para que yo llegara al Concejo. Hoy podemos presentar una propuesta nueva, atrevida que rompe con el Partido Alianza Verde. Tenemos el apoyo de muchos verdes y muchos fajardistas, gente filosóficamente liberal, ambientalistas que nos acompañan porque nosotros acompañamos esas apuestas con coherencia.
Pero los votos entonces se dividirían con Alejandro Eder...
Sin duda alguna el Partido Verde y el fajardismo están divididos, pero más allá de los partidos o de las rencillas políticas que tienen las bases, hoy el trabajo grande es que esa ciudadanía inconforme vea aquí la opción para que Cali salga del atraso. Hay más de 600.000 caleños que están buscando otra cosa, ahí es donde tenemos un rol y una responsabilidad histórica para eliminar esa sensación de defraudación que se ha dado en los últimos años con alcaldías independientes, de empresarios o alternativas que terminan siendo más corruptas que otras.
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Hace cuatro años sacó 23.000 votos, quien ganó logró casi 280.000. ¿Usted ya tiene ese capital?
En los estudios que hemos hecho, los caleños que votaron por mí en 2015, el 100 % dice que lo volvería a hacer. Nosotros no repartimos casas, licuadoras, no hacemos populismo, no tenemos gente amarrada, ni respaldo de partidos tradicionales, ni contratistas, eso quiere decir que la gente que nos acompaña lo hace por convicción. Eso nos permite pensar que hay una base real y que esa realidad política que representamos nos permitirá conectarnos con esos 600.000 caleños.
Estoy convencido que los próximos cinco meses la gente cada vez va a acercarse más a opciones que realmente les llene la expectativa de que se puede cambiar la ciudad que está ausente de un liderazgo renovador.
Para ganar necesitamos que más de 400.000 caleños y caleñas voten por nosotros para que el alcalde, con una representatividad política lo suficientemente contundente, pueda hacer las transformaciones necesarias.
¿Y cómo pasar de 23.000 a 400.000 votos?
Este es otro momento, todo lo que hemos hecho en la historia nos lleva al momento de hoy. La campaña abre una ventana de oportunidades, hay personas que nunca han aspirado a un cargo de elección popular, ejemplo, Maurice Armitage, y de la nada sacó 275.000 votos, lo que quiere decir que es posible.
No nos llamemos a engaños, él era candidato nuevo y por firmas, pero terminó con el apoyo de casi todos los partidos tradicionales...
Claro, pero tenemos otras herramientas que son las oportunidades que nos dan los teléfonos inteligentes. Según las cifras, el nivel de penetración de teléfonos inteligentes es de 150 %, el 100 % de las personas que tienen teléfonos inteligentes tienen WhatsApp, el 80 % tienen Facebook, más del 40 % tiene Instagram y Twitter. Hoy tenemos unas herramientas que no teníamos antes para poder llegarles a los caleños. La campaña nos abre un escenario electoral para poder dar ese salto de 23.000 a 400.000 votos.
¿Se le convirtió en un reto ser Alcalde de Cali?
No es un reto, es una convicción de tener la capacidad, la preparación, la decisión de poder transformar la ciudad. Yo amo a mi ciudad, tengo un sueño de ciudad y cada vez que salgo a la calle a recoger firmas lo que encuentro es que ese sueño no es solo mío, hay millones de personas que lo comparten: queremos una ciudad próspera, sostenible, una ciudad verde, donde la pobreza no sea factor común. Queremos una ciudad donde haya educación pública y superior de calidad, queremos una ciudad competitiva, que Cali pueda ser punto de referencia para América Latina. Siento que es para lo que me he preparado toda la vida
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A Maurice Armitage le han criticado que sus funcionarios sean oriundos de otras ciudades. ¿Usted qué piensa?
Creo que el error no es traer personas de otras ciudades sino la improvisación; de hecho, hay cientos de caleños en otras partes del mundo que me encantaría poder traer a gobernar a la ciudad. Por ejemplo, Lina Marmolejo, que trabaja en el Banco Interamericano de Desarrollo, es un cerebro fugado de Cali y deberíamos traerla para que administre Hacienda, hay un bugueño que se llama Mauricio Jaramillo, experto en temas de seguridad, que fue alcalde local de Chapinero y que logró los mejores resultados. Hay un dicho que dice que no importa si el gato es negro o blanco, lo importante es que cace ratones. Lo que la gente critica no es que traigan gente de otro lado, sino que sea una persona de Bogotá, supuestamente experta en seguridad, pero lo que sentimos es que nos roban los celulares, que se meten en los apartamentos, que atracan los negocios, que el robo de vehículos está disparado.
Roberto Ortiz decía que usted podría ser un gran Director de Planeación Municipal...
De hecho, ya Roberto me lo había mandado a proponer en privado y le dije tres cosas: Uno, no, gracias. Dos, tienen que ocurrir dos cosas, uno que usted gane y dos que yo pierda, cosa que no va a pasar; y tercero, es muy poco probable que si Cali no quiere que yo le sirva como Alcalde, haga parte del gabinete de Roberto Ortiz o de otra persona. Creo que lo que Roberto Ortiz está reconociendo es que tenemos tal vez el mejor programa de gobierno, una capacidad técnica y administrativa probada.
Pero para tener un buen gabinete, este debe tener una profunda compaginación con el alcalde, no puede tener un gabinete fraccionado con agentes individuales porque esas agendas individuales no permiten que durante cuatro años se puedan lograr los objetivos que se trazan. En ese sentido, es generoso, pero creo que Roberto está haciendo más populismo que cualquier otra cosa.
Entonces, ¿no entraría en el juego de la ‘gabinetología’?
Yo no colocaría a Jorge Iván Ospina en ninguna parte, me parece que es un error gigantesco, incluso a mí, la idea por sarcástica o graciosa que sea, me parece irresponsable con la ciudad. Ya sabemos cómo administra, cómo hace las cosas. Todos sabemos que Alejandro Eder no está dispuesto a ser un secretario relacionista público para una alcaldía, seguro volvería a Pro Pacífico y me parece que lo hace muy bien allá. Lo que Roberto hace me parece atrevido porque también es decir ‘como ustedes ya perdieron las elecciones...’ Las elecciones son el 27 de octubre y estamos convencidos de que vamos a ganar, pero decirle a los demás ustedes ya perdieron, me parece antipático.