El ofrecimiento del Ejército de Liberación Nacional, ELN, de retomar el diálogo con el Gobierno de Gustavo Petro, y la posterior aceptación del Ejecutivo, generó interrogantes sobre si este acuerdo representa una verdadera oportunidad para avanzar hacia la paz o si hay que tomar con cautela los anuncios de la guerrilla.
El politólogo Eduardo Llano considera que un buen punto para responder ese cuestionamiento es analizar los incentivos que el grupo subversivo tendría para firmar un acuerdo definitivo con el Estado colombiano y los que tendría para continuar en la confrontación armada.
En su opinión, la paz con las extintas Farc se pudo lograr “porque los incentivos de seguir en la guerra para ellos eran menores. Es decir, (Juan Manuel) Santos los tenía acorralados militarmente, mató a todos sus cabecillas viejos y negoció con los que quedaron”.
Y resalta que, en el caso del Ejército de Liberación Nacional, hay un ingrediente adicional para tener en cuenta, que es Venezuela, porque, “hasta donde se sabe, ese Gobierno les da cobijo y eso convierte al ELN en un actor estratégico para (Nicolás) Maduro influir en la política y en la sociedad colombiana a través de ellos”.
Por todo ello, Llano no encuentra suficientes incentivos para que en estos momentos esa guerrilla firme la paz.
“Creo que la mesa de negociación servirá de plataforma para ir creando algún tipo de acuerdo, pero, hasta que ellos no tengan la presión suficiente militarmente, políticamente e internacionalmente, no creo que se tomen en serio la negociación”, concluye.
Como se sabe, el pasado miércoles el Ejército de Liberación Nacional hizo pública una carta en la que anunciaba su disposición “a realizar una reunión con la Delegación de Diálogos del Gobierno para examinar la crisis en que se encuentra el proceso, con presencia de los países garantes y acompañantes permanentes”.
Al respecto, el politólogo José David Benavides afirma que, detrás de la supuesta intención de regresar a la mesa de negociaciones, el ELN “busca tener oportunidad para seguir desplegando su fuerza y teniendo el control en los territorios que ya domina en el país”.
Agrega que otra motivación para esa decisión del grupo armado sería que el Ejército, a través de sus operaciones militares, “no los perjudique, ya que, como se sabe, ellos viven de las rentas del narcotráfico”.
En su opinión, el ELN “no está tan fuerte como se pensaría, así que necesita de esa mesa de negociación para fortalecerse. Entonces, más allá de buscar la paz, es buscar espacios para fortalecerse como guerrilla”.
Pero Benavides también analiza el propósito del Gobierno Nacional al aceptar volver a los diálogos con el grupo subversivo: “Es una muy buena oportunidad de reafirmar su alicaída Política de la Paz Total para los dos años que le quedan, porque estamos cerca de entrar a una nueva etapa de elecciones, para el 2026, y toda la política nacional va a estar direccionada a eso”.
Aun así, el politólogo dice que, de cara a las nuevas conversaciones, el Ejecutivo debe ser “más restrictivo con el ELN, no solo en cuanto a que no secuestren ni tengan sus rentas ilícitas y no ejecuten actos de violencia contra la población, sino establecer unos plazos perentorios para que cumplan unos condiciones de paz determinadas”.
En su opinión, la Casa de Nariño debe tener en cuenta que “el pueblo y la clase política nacional no ya no le están creyendo ni el ELN ni a ningún otro grupo armado por fuera de la ley respecto de las intenciones de negociación, porque todos los intentos han terminado en chantajes”.
Entre tanto, Alejo Vargas, profesor de la Universidad Nacional, le dijo a Colprensa que el reciente anuncio del ELN podría ser “una muestra de que, seguramente, han hecho una reflexión interna valorando la importancia de construir una ruta para reanudar el diálogo con el Gobierno”.
También señaló que actores externos, en especial los países garantes del proceso, han tenido un papel crucial al ejercer presión para la toma de esa decisión por parte del grupo armado.
No obstante ese avance, Vargas advirtió que “esto no implica necesariamente un verdadero progreso hacia un acuerdo de paz, al menos no en este Gobierno, por cuestiones de tiempo”.
“Debemos ser prudentes, porque este es un intento entre enemigos de llegar a acuerdos, lo cual siempre es complejo y toma tiempo”, puntualizó Alejo Vargas.