Mauricio Lizcano, presidente del Senado de la República, tiene ‘libreteado’ el balance de su gestión. Cada que es cuestionado por su “falta de liderazgo”, expone los proyectos que se han aprobado durante el año que fungió como presidente de la Corporación, las decisiones que se han tomado y las herramientas que le ha dado a la ciudadanía para vigilar de manera virtual las actuaciones de los congresistas: “Aquí lo único para mostrar son resultados”.
Dice que le exigió la renuncia a Armando Benedetti como presidente del Partido de la U, porque “encarna todo lo que no queremos de un político” y asegura que la renovación de la colectividad puede darse con el exministro Juan Carlos Pinzón como candidato del partido a la Presidencia de la República.
Cuando se posesionó como presidente del Senado prometió que este sería el Congreso de la Paz, ¿cumplió con los proyectos que se necesitan para la implementación?
Indudablemente cumplimos el compromiso de liderar el Congreso de la República hacía una implementación efectiva de los acuerdos. Aprobamos la Ley de Amnistía, la reforma constitucional para la Justicia Especial para la Paz, la reincorporación política de las Farc, la cláusula de cumplimiento para que se hagan efectivos los acuerdos, las circunscripciones especiales. Además, el Congreso hizo el acto más importante, que es la refrendación. Recuerde que al primer acuerdo el pueblo colombiano votó No (plebiscito) y el segundo fue refrendado por el Congreso de la República, que ha sido un protagonista indiscutible en el proceso de paz.
Pero usted dice que ya están las curules para la paz cuando el segundo debate quedó suspendido hasta el martes. ¿Con la polémica que hay, cree que se aprueba?
Hay unas dudas sobre los municipios que están incluidos en las circunscripciones, pero esperamos que de aquí al martes se pueda resolver y votar. Yo creo que hay buen ánimo.
¿Cómo recibe que el Gobierno Nacional presente recursos contra el fallo de la Corte Constitucional relacionado con el ‘fast-track’?
El Gobierno está en todo su derecho, pero lo importante es entender que los acuerdos de paz se han implementado por la voluntad mayoritaria del Congreso y no por el ‘fast-track’, que es un medio que le ha permitido acortar los tiempos de debate, pero que no ha cercenado nuestra posibilidad de discutir y modificar: la amnistía tuvo nueve cambios, la Justicia Especial para la Paz y la reforma constitucional, más de 57.
Pero la oposición sí lo ve mal, tanto que dice que Colombia cada vez se parece más a Venezuela...
Todos los gobiernos en un Estado de Derecho tienen la posibilidad de apelar, de demandar y de utilizar los recursos jurídicos y así pasa con la sentencia del ‘fast-track’. Este es un país donde funciona la separación de poderes, la Corte Constitucional falló y al Gobierno y a muchos no les gustó, pero eso no significa que el Estado colombiano se parezca a Venezuela. El Gobierno puede apelar, pero eso no significa que tenga la razón. Al final, la última palabra la tiene la Corte, que es independiente.
Justo esa es una crítica. Dicen que los últimos magistrados elegidos simpatizan con las Farc...
Eso no es cierto, los magistrados que han llegado son de altísimas calidades académicas, éticas y con una amplia experiencia en derecho constitucional. Antonio Lizarazo es un magistrado con todas las condiciones, lo mismo Carlos Bernal. La exsecretaria jurídica de la Presidencia, Cristina Pardo, y Diana Fajardo tienen muchísima experiencia en temas jurídicos, muchos de ellos han sido magistrados auxiliares, otros son profesores académicos muy reconocidos. Creo que la Corte tiene hoy una nómina de lujo y estoy seguro de que van a fallar de acuerdo a la Constitución y no por intereses políticos.
Para usted la foto de la entrega de las armas de las Farc era vital para la credibilidad del proceso de paz. El martes se anunció el 60 % de la entrega, pero la ONU solo lo confirmó el viernes. ¿Cree que las Farc cumplirán?
Si las Farc no entregan todas las armas, el proceso de paz se cae porque no podrán tener beneficios. La opinión pública tiene una gran expectativa frente al proceso y eso ahondaría su desconfianza. Además, este no puede ser solo un acuerdo entre las Farc y el Gobierno, se necesita de opinión pública, de apoyo de los ciudadanos y de hechos verificables. Al proceso de paz le ha faltado comunicación, más contacto con la comunidad para que pueda ser la principal veedora.
Desde el Congreso hemos tenido la autoridad moral y no vamos a permitir que las Farc le hagan ‘conejo’ al país.
En días pasados usted dijo que la gente puede estar segura de que este es un Congreso Transparente. ¿Está seguro de eso?
Yo le puedo asegurar a la opinión pública que, independientemente de los paradigmas que existan sobre los congresos en el mundo y en Colombia, esta institución —la que yo presido— es transparente. Prueba de ello es que firmé un convenio con Colombia Compra Eficiente, que es la página donde se hace la contratación del Senado. Es eficiente porque hay una plataforma con la que los ciudadanos pueden ver en tiempo real la asistencia de los senadores, se puede ver cómo votan.
Hemos aumentado la permanencia de los senadores en los debates, que pasó del 54 % a casi el 70 %. La asistencia en las plenarias está casi al 95 %. Es decir, hemos mejorado enormemente. Aprobamos la comisión de ética, la institución se ha modernizado mucho, pero, por supuesto, para que el Congreso cambie su imagen, tiene que cambiar la actuación de sus miembros.
Pese a esas cifras, la sensación de muchos es que a usted le faltó capacidad para dirigir el Senado...
Este fue el Congreso con el año más difícil de su historia por la implementación de los acuerdos de paz. Las cifras hablan por sí solas: hasta el viernes se habían aprobado cerca de 140 proyectos, refrendó los acuerdos en medio de una polarización enorme y una oposición muy fuerte, sancionó a un alto magistrado, que eligió un Vicepresidente, un buen Procurador. Hicimos más de 90 debates de control político. Los hechos hablan por sí solos. Este es un congreso ejemplar y la historia va a hablar de lo que hicimos. Aquí lo único que hay para mostrar son resultados.
Pero episodios como el escándalo del subsecretario del Senado Saúl Cruz y la entrada al Congreso sin autorización de Jesús Santrich de las Farc, lo dejan mal parado...
Yo no puedo tener control sobre la actuación de funcionarios como Saúl Cruz, pero sobre lo que sí tuve control fue sobre la sanción. El Congreso recogió las pruebas y en cinco días emitió una sanción. Ninguna entidad oficial en cinco días ha suspendido un funcionario y nosotros lo hicimos; en el caso de las Farc, hemos prohibido la entrada de ellos muchas veces, pero hay cosas que se me salen de control como el manejo que ha hecho la Policía de estos hechos. Hay muchas cosas que la gente puede pensar, pero lo que no se podrá decir es que me faltó liderazgo.
¿Qué piensa de que sus propios compañeros de bancada le hagan matoneo por cada cosa que dice?
Mis relaciones con los senadores son muy buenas, la única dificultad que he tenido es con Armando Benedetti, porque le pedí que renunciara a la presidencia del partido. Me parece que él es una persona que encarna todo lo que los ciudadanos no queremos de un político y no le hace bien que esté al frente del Partido de la U. Le pedí que renunciara y por eso ha estado resentido. Pero eso lo entiendo como parte de los gajes del oficio y no me ha distraído de mi función.
¿El senador Roy Barreras va a ser el candidato de la U para las presidenciales o buscarán alianzas?
Nuestra propuesta es que la U tenga un candidato propio que agrupe el partido, incentivar las listas de Senado y Cámara en la regiones, que permita ser la fuerza mayoritaria. Hoy tenemos dos opciones, la del senador Barreras y el exministro Juan Carlos Pinzón. Personalmente creo que Pinzón puede agrupar al partido, pero Roy tiene una aspiración legítima que deberá ser tramitada de una manera responsable y seguro en dos meses haremos una convención para definir las reglas de juego.
Pero Pinzón tiene muchos reparos frente a los acuerdos de paz y la U ha liderado esa bandera , ¿no sería un contrasentido?
Hay que esperar a que Pinzón oficialice su candidatura, que presente su programa de Gobierno, yo le he escuchado que va a respetar los acuerdos; como cualquier colombiano, tiene inquietudes, dudas, propuestas y yo creo que eso no se aleja del pensamiento de muchos de quienes hemos acompañado la paz.
El Partido de la U puso dos veces como presidente a Juan Manuel Santos, pero para nadie es un secreto el desprestigio que tienen sus militantes. ¿Usted cree que tienen con qué repetir?
Este es un partido de regiones, en el Valle es la primera fuerza política y lo es así en muchos departamentos de Colombia. Por supuesto, es el partido que ha recibido más ataques porque estar en el Gobierno doce años no es fácil. El árbol que más frutos da es al que más piedras le tiran. En ese orden de ideas, el partido estuvo los segundos cuatro años del presidente Uribe y ocho con Santos y eso genera un desgaste, pero no significa que el afecto de los colombianos y los líderes regionales esté debilitado. Que siga siendo la primera fuerza política depende de que tenga un director único con prestigio, es decir que Benedetti dé un paso al costado. Depende de que tengamos un candidato presidencial que recoja todas las banderas, por eso creo que Pinzón puede ser la figura que permita a los colombianos un nuevo aire.
Estados Unidos
El Gobierno de Estados Unidos ha estado presionando a Colombia por algunas de sus políticas. ¿Usted cree que los discursos del Centro Democrático están surtiendo efecto en el exterior?
Yo diría que no es por la intervención del Centro Democrático, es por una preocupación que además es legítima en términos de la producción de coca. Colombia está cerca de las 200.000 hectáreas de cultivos de coca y se ha incrementado enormemente la producción y esa no es una preocupación solo para Estados Unidos sino para el mundo. EE. UU. tiene la legitimidad para generar opiniones, pero lo que creo es que debe ser a través de unos canales diplomáticos, no hacer públicas esas críticas y debe respetar las decisiones internas porque este es un país soberano.
¿Se debería volver a la erradicación de cultivos ilícitos con glifosato?
Sí. El mayor daño al medio ambiente es la coca, que arrasa con todos los bosques, con todos los ecosistemas, con las cuencas hidrográficas. Ahora, el glifosato debe usarse en zonas donde los cultivos de coca son muy extensos y se puede asperjar sin dañar los cultivos aledaños, porque creo que a punta de erradicación manual no se va a acabar con la coca en este país.