Tras generar gran revuelo por el anuncio de su nombramiento en la embajada de Tailandia, Daniel Mendoza, conocido como el creador de la serie web ‘matarife’, declinó su aspiración de ocupar el cargo diplomático.
”Me espera una deliciosa embajada, a la que decidí dejar plantada. No me siento bien haciendo esto, debo declinar su honroso ofrecimiento”, dijo Mendoza en su cuenta de X.
El escritor quien ha sido señalado de misógeno, aclara a sus detractores que en el 2018 “cambié el perfil de mi cuenta y se convirtió en Delator @elquelosdelara y el perfil se personaliza”. Es decir, “la cuenta que era para promocionar mi novela se convierte en mi cuenta personal y es por eso que todos los trinos con los que me atacan son de hace años, de cuando no era mi cuenta personal, sino la cuenta de la novela”.
Y agregó: “Ahora, quien quiera puede opinar que los trinos son asqueroso, pero lo que no se puede hacer es moralizar el arte. A mí se me está castigando como una de esas brujas ficticias que chamuscaban en la hoguera por ser en últimas mujeres progresistas y con carácter; ellas fueron las primeras feministas de la historia”
Pero también precisó que “no conozco personalmente al presidente Petro, que lo admiro mucho, pero solo tengo el honor de ser un estudioso de su trayectoria como humanista. Sepan bien que en este caso, él no está defendiendo a ningún amigo, el presidente Petro está defendiendo la democracia que se fundamenta en la libertad de expresión y defendiendo sobre todo el arte que muchas veces puede ser sucio e indecoroso, pero eso no le quita su función dinamizadora del inconsciente colectivo”.
Finalmente, le cuenta a sus seguidores en esta red social que el gobierno de Tailandia dio el beneplácito a mi nombramiento y “como ya saben, el presidente Petro persiste en darme su apoyo, hecho que me tiene profundamente conmovido. Es decir, allá en Bangkcok me espera una deliciosa embajada a la que decidí dejar plantada porque todo este tsunami de ataques me hizo volver el tiempo atrás, a mis motivos y razones, al por qué lo hizo todo, a sincerarme conmigo mismo y entender que aceptar esa embajada repleta de lujos me obligaba a enterrar mis gritos, mi rabia y mi dolor, a dejar la producción de la nueva serie que fui a filmar a Bangkok, ciudad de la que me enamoré perdidamente y, sosbre todo, a tapar con el bozal de buenas costumbres diplomáticas, mi necesidad inaguantable de decir la verdad”.
“Aceptar esa embajada sería meter otra vez mi alma en la prisión en la que vivía cuando este cuerpo caminaba precisamente por los pasillos del club El Nogal”.
En ese sentido, le dice al presidente Gustavo Petro “le suplico me sepa perdonar, no me siento bien haciendo esto, pero debo declinar su honroso ofrecimiento. Mil gracias y mil disculpas”, concluyó.