Tras varios años, el general (r) Jesús Armando Arias Cabrales, excomandante del Ejército, habló con la revista Semana sobre su condena de 35 años de prisión por la toma del Palacio de Justicia de Bogotá en la que fue responsable el M-19 y se refirió con ironía sobre la buena suerte que acompañó a varios exmiembros del grupo armado mientras él responde ante la ley.

El militar de 86 años, condenado por tortura, ejecución y desaparición forzada, sigue asegurando que es inocente y que las personas que resultaron calcinadas por el incendio de 1985, no pudieron ser identificadas porque en esa época no se contaba con los medios suficientes para identificar los cadáveres, razón por la que señala que es un “chivo expiatorio de estas circunstancias. Pero a través de las investigaciones posteriores se ha venido esclareciendo que de las 13 personas que inicialmente se mencionaban como desaparecidas han venido apareciendo”, le dijo el coronel (r) a ese medio de comunicación.

Imagen del general Jesús Armando Arias Cabrales, en 1992. | Foto: SEMANA

Sobre la motivación del incidente, Arias menciona que, en su momento, querían “hacer algo similar a la toma de la Embajada de la República Dominicana. Sin embargo, el presidente de la república, Belisario Betancur, al ver esa acción del asalto al Palacio de Justicia y de la toma de rehenes en alianza con el narcotráfico, no dudó después de consultar, inclusive, con los expresidentes y con sus ministros que la única acción que le quedaba abierta en ese momento era el rescate con el empleo de la fuerza pública”.

Además, al preguntarle sobre su postura al verse tras las rejas, mientras miembros del M-19 ocupan cargos en la política, responde: “Después de la toma al Palacio de Justicia, vino una magnanimidad por parte del presidente Betancur que fue confirmada por su sucesor, el presidente Barco, para que el M-19 se reincorporara a la vida civil”

“Así llegaron a ministerios, gobernaciones, alcaldías, etcétera; entonces, que ese sea un motivo para pensar que el resto de grupos subversivos que hoy en día persisten en sus acciones violentas se reincorporen realmente de corazón a la vida civil y a los acatamientos de una sociedad democrática, como lo establece nuestra Constitución”, añade Arias Cabrales a la revista.

La toma y posterior retoma del Palacio de Justicia ocurrieron los días 6 y 7 de noviembre de 1985.

Además, refiriéndose al actual presidente Gustavo Petro, quien militó en esa guerrilla, dice que el mandatario no pudo participar en la toma del Palacio de Justicia, ya que se encontraba detenido en la Cárcel Modelo de Bogotá, pero aclara que no puede asegurar nada, razón por la que no puede tomar una posición al respecto, “porque no puedo contrariar mi conciencia”, señala.

Dice que la llegada de Petro a la Presidencia de la República “sería un ejemplo para los otros grupos al margen de la ley de que hay posibilidades de retornar a la vida civil y acogerse a las normas que nos rigen en este país. Lo importante es que se hayan dejado las pretensiones violentas para ceñirse a la Constitución”.

El presidente Gustavo Petro, quien participaba en la guerrilla del M-19, ahora es presidente de la República. | Foto: Tomada de @infopresidencia

Menciona que definitivamente en una paradoja que el exmiembro de la guerrilla sea Jefe de Estado y él esté cumpliendo su condena. Explica al medio de comunicación que “el comandante de la Brigada 13 en ese momento, que era yo, con la responsabilidad compartida con la Policía en materia de seguridad y orden en Bogotá, hubiera terminado afrontando una condena de esta categoría después de cumplir con la tarea de rescatar a más de 260 personas y poner, por parte de la fuerza pública, 11 fallecidos y más de 30 heridos”.

Y asegura que “afortunadamente” se ha despojado de todo odio y resentimiento por otras personas y que ha asumido que “como una persona, la vida me puso en esta situación y que mi condición como militar en ese momento me llevó a esto. Acepto esa circunstancia. Pero, desde luego, hubo una injusticia con esta condena que no corresponde a las realidades en el campo de las operaciones y en el campo jurídico”.