¿Está enfrentando el presidente Gustavo Petro su momento político más difícil? Fuentes consultadas están de acuerdo en que el Mandatario llegó a un punto de no retorno de impopularidad y que deberá esforzarse por sostener los pocos apoyos que le quedan y mejorar la ejecución de su gobierno.
No es un secreto que, con el paso de la Administración, también se ha visto a un Petro más solo, porque sectores que en un principio lo apoyaron, se han deslindado de él, sumados a los escándalos que empañan el llamado gobierno del cambio, escenario que para analistas seguirá presentándose en los dos años que le quedan en el poder.
Esta crisis “se debe principalmente a que la ciudadanía, los diferentes grupos de presión y de poder, los movimientos sociales, los líderes, se están dando cuenta de que muchas cosas que se prometieron en campaña no están siendo cumplidas, y por eso vemos una serie de conflictos”, opina Carlos Charry, director del doctorado en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario.
Según él, ello no solo se vio ahora con el alza del diésel, sino con “los peajes en la Costa, el servicio de electricidad en la región Caribe, los incumplimientos de la agenda y de los acuerdos con los indígenas del Cauca y los mismos fallos y ambivalencias de las negociaciones de paz. Hay una estela de asuntos sobre los cuales el Gobierno no ha cumplido ni lo que prometió en campaña ni lo que ha prometido en estos dos primeros años”.
Sumadas a lo anterior, el Ejecutivo tiene encima varias polémicas que ponen en entredicho su transparencia, pese a que el Jefe de Estado se hizo elegir con un discurso anticorrupción: investigaciones como las de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, la posible violación de los topes de su campaña política y el proceso que involucra a su hijo mayor han desgastado aún más su imagen.
“Definitivamente Petro está en los momentos más complejos de su gobierno y el hecho de que él esté enfrentando tantas crisis, como su alta desaprobación, que la gente no esté de acuerdo con la forma en la que dirige el país, que sus políticas estén fallando, afecta su legitimidad, gobernabilidad y la relación que tiene con el Congreso. Creo que esto va a permanecer durante lo que le quede de Administración”, comenta, a su vez, la politóloga María Alejandra Arboleda.
De acuerdo con ella, el consultor político Álvaro Benedetti señala que “tras dos años de Gobierno, se empieza a sentir el desgaste, que está animado por una ejecución ineficiente, ineficaz y ciertamente muy impopular a la luz de lo que ha sido la ejecución del gasto público y la materialización del ambicioso Plan de Desarrollo que, sin duda, tenía un propósito eminentemente social y sobre el cual no ha habido producto ni resultado ni impacto”.
“Yo no creo que esto tenga vuelta atrás, ni el Presidente va a ganar popularidad, ni mucho menos va a enderezar el camino de la ejecución. Estamos en un escenario bastante nefasto, desde el punto de vista del proyecto país y esto lo que está haciendo es pavimentar otra vez el escenario de la polarización de cara a la elección presidencial del 2026, en la cual claramente la izquierda va a llegar muy flaquea y débil”, indica.
Sus estrategias en contra
Si bien las protestas, los paros y demás manifestaciones sociales en su momento fueron aprovechadas por el hoy Mandatario para ganar popularidad, ahora esas mismas estrategias se volcaron en su contra. No solo sucedió en los últimos días con los camioneros, sino que ha sucedido con jóvenes, cafeteros, maestros e indígenas.
Para Carlos Andrés Ruiz, docente de la Escuela de Gobierno de la Universidad San Buenaventura, “el Presidente está teniendo dificultades con estar del otro lado de la baranda; siempre había estado del lado de la protesta social y le cuesta que ahora sea contra él. Parecería que no lo puede asimilar y esto genera un choque que le hace sobredimensionar los acontecimientos, como el paro de camioneros, con lo que agrava el problema, que es un hecho frecuente en este país”.
“Por eso el intento por deslegitimar la protesta, diciendo que no es un paro popular, sino un intento de bloqueo-boicot de los grandes empresarios del transporte, como si la protesta fuera un derecho exclusivo de una parte de la población. No olvidemos el papel de los empresarios para acabar con la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla”, agrega el docente.
Carlos Charry coincide en este punto y explica que “un movimiento social se identifica en que tiene un conjunto de reclamos específicos que se manifiestan y protestan a lo largo de un periodo de tiempo y que buscan espacios de negociación, y el desconocerlo, de alguna manera nos devuelve a la frase de que ‘el tal paro no existe’ que se mencionó en algún momento por el expresidente Juan Manuel Santos”.
Los analistas se refieren al pronunciamiento de Petro en medio del paro de transportadores que finalizó el pasado viernes, sobre el que aseguró: “Sabemos distinguir perfectamente qué es un paro empresarial que tiene oscuros intereses económicos o políticos, de un movimiento social, como ocurrió con el estallido durante el Gobierno pasado. El movimiento social siempre tiene rectificaciones justas”.
¿Cuáles son sus salidas?
Si bien las fuentes consultadas coinciden en que no se perciben cambios futuros de parte del Mandatario colombiano para que pueda mejorar el panorama descrito, hacen un llamado a que se busquen consensos con los demás actores políticos del país.
“Para retomar el control, recuperar la legitimidad y la gobernabilidad, el Jefe de Estado tiene que empezar por escuchar a los técnicos, y comenzar a implementar medidas mucho más sopesadas en la evidencia; que sea un Gobierno mucho más ejecutivo y menos de anuncios y dilatante en términos ideológicos, aunque esa es la manera de gobernar de este Presidente”, anota Charry.
Asimismo, recomienda mejorar las formas de comunicación de esta Administración: “Que exista una mejor forma de llegarle a la ciudadanía a través de las redes sociales y los medios de comunicación. El uso excesivo del Twitter no está generando esa comunicación efectiva y asertiva con las audiencias”.
Otro punto clave, según Arboleda, está “en que un líder sea capaz de escuchar a todos los sectores, de sentarse a buscar puntos en común y construir consensos, porque , en la medida en que él siga con esa estrategia de polarizar cada vez más y generar más diferencias, pues va a ser muy difícil poder tomar el control”.
En opinión de Álvaro Benedetti, a Petro “no le interesa tomar control del país. Él sabe que a esta altura no tiene la capacidad de controlar, él ha manifestado en diversos escenarios que, aunque es el presidente, no tiene el poder y sobre eso se está excusando para pavimentar ese escenario político del 2026 con un retrovisor muy afinado, sobre todo hacia el Gobierno Duque, endilgando la responsabilidad de su ineficiencia a terceros”.