Natalia Ángel Cabo fue elegida en reemplazo del magistrado de la Corte Constitucional Alberto Rojas, quien terminará su periodo en febrero.
“La Corte tiene una carga de casos bastante excesiva, y quisiera poder tener más tiempo para reflexionar sobre los temas de manera más pausada, teniendo en cuenta que es un tribunal de cierre”, reconoce la doctora en derecho de la Universidad de los Andes que ya fue magistrada auxiliar de ese alto tribunal.
Aun así, no oculta su entusiasmo por haber sido escogida en esta, la tercera vez que ha sido ternada para trabajar en el Corte que dice conocer desde hace tres décadas.
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Con su llegada, este tribunal se convierte en el primero en tener la mayoría de mujeres. ¿Qué opina?
Que estamos demostrando un reflejo del cambio de la sociedad, pero también es el reconocimiento a esfuerzos que hemos hecho las mujeres por ganarnos estos espacios y demostrar nuestras capacidades en los niveles decisorios. He sido una defensora de la igualdad durante toda mi vida profesional, así que esto tiene un significado aún más especial para mí.
Creo que las mujeres tenemos una forma de trabajar muy rigurosa, que va ayudar al tribunal; somos muy respetuosas y como mujeres podemos hacer aportes muy importantes, pues si bien uno puede tener diferentes formas de pensar, las mujeres traemos experiencias vitales que nos ayudan a abordar estos temas de manera distinta.
¿Cuáles son los principales retos que enfrentará en este cargo?
De manera personal anticipo el reto de que la carga de trabajo en la Corte es muy alta, mucho más de lo que era cuando trabajé en mis primeros años, y me preocupa no tener el tiempo para reflexionar sobre los temas de manera pausada. La Corte tiene una carga de casos bastante excesiva, y quisiera poder tener más tiempo para reflexionar sobre los temas de manera más pausada, teniendo en cuenta que es un tribunal de cierre. De todas maneras tengo entusiasmo de llegar a trabajar en temas constitucionales. Es una Corte que conozco y he estudiado los últimos 30 años.
¿A qué se debe toda esa carga, qué opina de las ‘tutelatones’?
Es un absurdo, porque termina desnaturalizando una de las acciones públicas más importantes que estableció la Constitución de 1991. Es triste que se abuse de la tutela, porque termina desnaturalizando una acción que lo que busca es acercar al ciudadano a la defensa de sus derechos, pero las ‘tutelatones’ lo único que hacen es congestionar la administración de justicia.
Ahora bien, ese número de tutelas es bueno y malo a la vez: Bueno, porque por lo menos la gente está defendiendo sus derechos y tratando de resolver sus conflictos, que al final me parece algo positivo, pero lo malo o preocupante es que haya tantas tutelas, porque puede estar indicando que no hay respeto a los derechos humanos en algunas ocasiones y que, de pronto, otros mecanismos de defensa judicial no están funcionando cómo debieran.
Hay quienes piensan que la justicia está politizada y que en las Cortes se toman decisiones amañadas...
En mi discurso en el Senado insistí en que tenemos que atender la desconfianza de la gente en las instituciones, y que nos tiene que preocupar, porque si hay algo que debemos defender los que trabajamos en el Estado, es la institucionalidad.
En las cifras estamos viendo que la desconfianza ha aumentado abismalmente y lo difícil es que cuando hay un mal fallo, hace ruido para todos los demás... Hay muy buenos fallos y jueces muy serios, pero cuando uno no lo es, le hace daño a la imagen de la justicia en su conjunto.
La tarea de cada uno es darnos cuenta de que, más que protagonismo personal, estamos trabajando para una institución, en este caso colegiada, donde el respeto por la institucionalidad debe ponderar. Para recuperar la confianza en la justicia, hay que tomar decisiones en derecho.
En ese discurso usted mencionaba que la Corte debe servir para reconciliar un país sumamente polarizado como Colombia. ¿Cómo?
A través de fallar en derecho... Cada quien, en su mente, tiene su propia visión del mundo, pero la Corte tiene que tener unos fallos rigurosos e independientes, donde la defensa de la Constitución esté por encima de cualquier otro tipo de interés.
Por eso he dicho que el hecho de que uno tenga una visión del mundo, no implica que así deba fallar. Muchos casos tienen problemas jurídicos que uno debe analizar y la tarea del juez, como dije, es fallar en derecho, para toda la Nación. Independientemente de su opinión política, tiene que defender la Constitución y ponerla como centro, eso une.
Con relación a eso, ¿qué tan independiente será usted en sus fallos, sabiendo que a ese cargo se llega haciendo política?
Yo he venido insistiendo en que deberíamos replantear la forma de elegir a los jueces de la Corte, porque el Senado debe intervenir, pero confirmando un juez. Debería ser que la Corte Suprema Justicia nomine una persona, el Consejo de Estado a otra y el Presidente a otra, para que el Senado confirme y así se evite exponer a tres candidatos a hacer política, que es lo que termina sucediendo por el diseño de la Constitución.
De todas maneras, que uno tenga apoyos en el Congreso no significa que no va a ser independiente y ajustado a derecho. En mi caso, me han ternado tres veces y en cada terna he tenido apoyo de partidos diferentes. Eso demuestra que no tengo ninguna deuda política y que he sido una académica distante. La ciudadanía va a tener la seguridad de que voy a ser alguien independiente, que va a fallar en derecho, que será rigurosa en el análisis y que sabe escuchar argumentos. Soy investigadora y un investigador necesita fallar con base en argumentos y evidencias.
“En las cifras estamos viendo que la desconfianza ha aumentado abismalmente y lo difícil es que, cuando hay un mal fallo, hace ruido para todos los demás”.
A propósito, si ya la habían ternado dos veces, ¿por qué seguirse presentando al concurso?
Eso hace parte de mi carácter. Yo siempre he creído que si a uno se le cierra una puerta, tiene que levantarse y seguir luchando para que le abra. En mi caso, además, nunca vi el no ganar como una derrota. Siempre he creído que uno gana en todo simplemente también con presentarse e intentarlo. Yo quería llegar a la Corte Constitucional y si no se dio la primera vez, pues había que intentarlo una segunda y una tercera. Tengo un carácter muy perseverante y además estoy convencida de que puedo aportarle, porque es lo que llevo haciendo 30 años de mi vida.
¿Se imaginó que habiendo mayoría conservadora en el Congreso iba a ser elegida esta vez?
No. Si le soy sincera, realmente no creí que fuera a ganar. Yo me presenté más que todo porque la terna era del Consejo de Estado y le tengo un gran respeto a ese tribunal. Me parece muy retador el ejercicio allí, porque a uno le hacen muchas preguntas como jurista y ese espacio me gusta mucho, porque me hace sentir abogada y me reta profesionalmente, pero no creía que me fueran a ternar otra vez ni que fuera a ganar en el Congreso, así que también soy yo la primera sorprendida.