Entre la soledad, el miedo a que lo asesinen, a que lo extraditen o, a ser traicionado, Iván Márquez parece estar en una encrucijada, pues luego de convertirse en el traidor de la paz en tres ocasiones, él mismo se ha destinado a ser un fantasma.
Un fantasma que aparece de vez en vez, y al que el Gobierno Petro decidió darle una oportunidad, pese a que desde 2016, firmó el Acuerdo de Paz en tres oportunidades, según él, porque no existían garantías.
Este año, en julio, Márquez volvió a aparecer para encabezar los diálogos entre el gobierno de Gustavo Petro y la Segunda Marquetalia, generando expectativas de una negociación rápida debido a los antecedentes de este grupo en los acuerdos de La Habana. Sin embargo, el proceso enfrentó complicaciones casi de inmediato, principalmente por las órdenes de captura de Estados Unidos contra Márquez con fines de extradición.
Por ese motivo, Márquez no pudo viajar a Cuba, pues aunque la Marquetalia le había pedido al Gobierno Nacional interceder por él para suspender las órdenes en su contra, poco y nada pudieron hacer, pues el país donde se dialogaba había sido recién retirado de una lista de países que no cooperan con los esfuerzos antiterroristas, y tener a Márquez allí, sería retornar a ella.
Aquella situación generó que Márquez y los integrantes de la Marquetalia se distanciaran. Tanto, que incluso líder de dicha organización delictiva ya no autorizó el uso del nombre Segunda Marquetalia para negociar. Esto, en parte, para generar presión ante la decisión de Cuba de no tenerlo en las mesas, y la de Estados Unidos de pedir su extradición. Pero no fue así, sus compañeros decidieron seguir adelante con o sin él, y uno de ellos, Walter Mendoza, fue designado como jefe de la delegación de paz. Nuevamente, Márquez estaba por fuera.
Tiempo después se diría que Márquez habría fallecido por un procedimiento quirúrgico. No obstante, los diálogos continuaban a la par, lo que tampoco habría soportado el antiguo líder.
Finalmente, la noticia fue desmentida, y fue Otty Patiño, comisionado de Paz, quien confirmó con sus fuentes que el guerrillero seguía con vida. Así, Márquez, más solo que nunca, ya no tendría mayor incidencia en su grupo, mucho menos cuando nadie sabía de él.
Pero el fantasma volvió a aparecer, hace tan solo unos días, justo antes de una reunión en Putumayo, para avanzar en los diálogos. Fue a través de una comunicación donde el exlíder desautorizó todo tipo de actuación de este grupo en la mesa de diálogos.
No obstante, la imposición no fue acatada y, en cambio, Mendoza y otros miembros del grupo Marquetalia decidieron desvincularse completamente, formando la Coordinadora Guerrillera del Pacífico, un nuevo grupo armado con presencia en cinco departamentos, dejando a Márquez nuevamente solo.
Ahora, aislado, con problemas de salud y desconfianza en quienes lo rodean, -pues ha sido víctima de varios atentados-, Márquez enfrenta un panorama turbio. Su influencia ha disminuido, y su situación lo obliga a desplazarse constantemente entre Venezuela y zonas de la frontera, dificultando las comunicaciones y el acceso a tratamientos médicos.
No obstante, el gobierno de Petro mantiene abierta la posibilidad de diálogo con él, aunque su futuro es incierto, pues solo le quedan dos caminos: someterse a la justicia y aceptar una posible extradición, o ser abatido.