El nombramiento de Juan Fernando Cristo como ministro del Interior cogió forma poco después de ser a anunciado, pese a las críticas que aseguran que representa al ‘santismo’ y otras que no se explican el repentino cambio de postura del ahora funcionario, quien hasta hace poco era un opositor de la propuesta del presidente Gustavo Petro de convocar a una asamblea nacional constituyente.
Y es que el perfil de Cristo encaja perfectamente con las necesidades que hoy tiene el Mandatario, pues es un hombre que en el pasado ha tenido que enfrentar grandes retos de las que ha podido salir bien librado como cuando ocupó ese mismo cargo en el gobierno de Juan Manuel Santos, donde resultó fundamental al final de los Acuerdos de Paz con las Farc cuando triunfó el ‘no’ en el plebiscito.
Además, con varios años como senador, y hasta presidente de esa corporación, el nuevamente ministro del Interior conoce cómo funciona la política y tiene la habilidad de tender puentes en favor de sus intereses, y no se puede desconocer su pasado como cónsul y demás cargos que le suman experiencia.
Lo cierto es que sus pasadas posturas en contra del actual gobierno quedaron atrás, porque con sus primeras palabras quedó claro que tienen muy claros sus objetivos en la Administración y ya empezó a dar luces de lo que será su labor, lograr acuerdos con todos los sectores políticos que le sean posibles para llevar a buen término una constituyente como tanto ha insistido el Jefe de Estado.
Sobre ello, intentó reiterar que será un proceso como lo manda la Constitución del 91, algo que tranquilizó a algunos sectores, pero un anuncio que no cayó tan bien en otros por las intenciones o los alcances que podría tener la Casa de Nariño en un futuro.
Con Cristo al frente de ese tren, el Gobierno parece haber corregido el camino que había iniciado al hablar del “poder constituyente” que no requería del Congreso para ser una realidad, o de la posibilidad de abrir la puerta para cambiar la Constitución por medio del Acuerdo de Paz firmado con las Farc, como lo propuso el excanciller Álvaro Leyva y que le generó un gran desgaste al Presidente.
Una de las reacciones al respecto que generó debate fue la del exvicepresidente Germán Vargas Lleras, quien anunció su apoyo a una constituyente como la propuso Cristo, porque, según él, de esa forma se puede evitar un ‘decretazo’ de Petro en 2025, cuando tenga cooptada la Corte Constitucional con la llegada de cuatro nuevos magistrados, como lo aseguró. De ser así, para él este iría encaminada seguramente en una reelección del hoy Presidente, pese a que ha insistido que no le interesa mantener en el poder.
El expresidente Álvaro Uribe también se pronunció y dejó claro que su sector político se opone a dicho propósito de Cristo, alegando una “incertidumbre constitucional” a la que quieren llevar al país.
De acuerdo con él, “Colombia necesita trabajar, producir, generar empleo de calidad, resolver problemas sociales y tener seguridad”.
De su lado, Santos le dijo a El Tiempo que sería una equivocación convocar una constituyente y aprovechó para negar que Cristo llegara por recomendación suya, aunque se conoció que antes de su nombramiento mantuvo una extensa reunión con Petro.
También, Iván Duque opinó que “una asamblea nacional constituyente tiene como objetivo perpetuar en el poder al actual Gobierno y al Pacto Histórico. El tal acuerdo nacional es una fachada para provocar una ruptura institucional. El proceso genera incertidumbre, desconfianza y fragilidad institucional. El Congreso y las cortes deben negar ese camino hacia el modelo chavista impulsado ahora por quienes han sido los áulicos del terrorismo y los más vivos exponentes del clientelismo y la corrupción”.
¿Cómo sería el camino?
De ser un hecho la convocatoria de la constituyente y sea aprobada por el Congreso, los colombianos irían a las urnas para decidir si quieren o no modificar la Constitución de 1991. Para esto, el Ejecutivo tendría que lograr unos 13 millones de votos, cifra que se desconoce si sea lograda dada la poca favorabilidad con la que cuenta Petro según recientes encuestas.
Suponiendo un triunfo en esas votaciones, se deberán establecer a algunas personas integrarán ese proceso, así como los temas que abordarán y en qué plazo se deberán dar las discusiones.
“En esa ley se suspenden las facultades ordinarias del Congreso para reformar la Constitución y se deben señalar los temas que van a ser objeto de esa asamblea constituyente: competencia, periodo y composición. El presidente ya dijo unos temas, pero son todos difusos porque él no ha sido claro. Intuyo que están buscando a toda carrera la paz total, con un perdón social para delincuentes comunes, porque la Constitución actual no permite el indulto o la amnistía, excepto para delitos políticos”, le explicó Jaime Arrubla, expresidente de la Corte Suprema de Justicia, a la revista Semana.
Esto también deberá pasar por la Corte Constitucional y luego por la Registraduría para que determine los pormenores de la votación; sin embargo, por el momento se conocen pocos detalles sobre si el Gobierno tenga la meta de sustituir la carta magna o de reformarla.
“Uno de los requisitos es que en la votación participe la tercera parte del censo electoral y que esta no puede coincidir con otras elecciones. Tienen que ser diferentes a las elecciones ordinarias para que no haya una influencia”, explicó el constitucionalista Juan Manuel Charry al medio de comunicación mencionado.
Y agregó que “no puede salirse del 376 porque sería sustituir al propio pueblo, sustituir a la Rama Legislativa. Una constituyente por fuera del 376 es un auténtico golpe de Estado en el que el jefe del Estado asalta el tesoro ciudadano, que es la Constitución de 1991″.