La llegada del Papa Francisco para liderar la Iglesia, desde el sur del continente americano, es un valioso signo de los tiempos. Su pontificado se destaca por su cercanía pastoral a las comunidades, su sensibilidad para comprender las situaciones complejas de hombres y mujeres hoy, su magisterio programático y desafiante para una sociedad que ha perdido su norte, sus prioridades y que, no siempre tiene principios éticos claros para su toma de decisiones.
Su legado espiritual se encuentra en tres encíclicas: Lumen Fidei (2013), Laudato si (2015) y Fratelli Tutti (2020).
La primera, “Luz de la fe”, propone la fe como un don de Dios y como una tarea, un compromiso con los otros. La metáfora del sol es muy significativa pues intenta iluminar esas zonas enigmáticas de la existencia humana. Los primeros cristianos llamaron a Cristo el verdadero sol. La fe, creer, permite ver de nuevo la realidad, desde una mirada distinta, perspectiva presente en el Nuevo Testamento: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?” (Jn 11,40).
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La segunda, “Sobre el cuidado de la casa común”. Francisco de Asís, como afirma el Papa, descubre que todos los seres de la tierra somos “hermanos”; ese sentimiento y esa cercanía teje una nueva relación con la naturaleza, los animales y los demás seres vivos. Esa relación de dependencia invita a una construcción de una sociedad diferente, que promueva la solidaridad y la protección de la casa común; pues, como recuerda el Papa: somos una familia humana. Y, por tal motivo, tenemos una responsabilidad con este planeta.
La tercera, “Sobre la fraternidad y la amistad social”, es la invitación a vivir una fraternidad abierta, plural y global, con los seres más cercanos y con los más lejanos. A romper las barreras que impone la sociedad, a tener un espíritu más universal en la concreción de las comunidades. El Papa Francisco interpela para asumir un modo de vida a la luz del evangelio, que, con su entraña de perdón y misericordia, nos desafía para salir al encuentro de los más pobres y vulnerables de la sociedad.
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Este nuevo liderazgo espiritual, religioso y evangélico que encarna el Papa Francisco para vivir en la Iglesia y en el mundo global tiene como desafíos: el cambio climático y la destrucción del planeta, las guerras y la violación de los derechos humanos, los abusos sexuales y la nueva formación religiosa, propiciar una iglesia compasiva en un mundo indiferente, aprender a “dar razón de nuestra esperanza” (1Pe 3, 15) a un mundo sufriente, afrontar una tecnología abierta a la comunicación, pero que puede crear brechas sociales, promoviendo una repartición equitativa de los bienes para una vida digna y que Dios dispuso desde la creación.
En conclusión, el Papa Francisco nos desafía a vivir el evangelio desde el amor, el respeto por el otro, la compasión con los que sufren y en profunda armonía con el entorno y la naturaleza.