El llamado del Presidente a las calles; la advertencia de uno de sus alfiles en el Congreso, Roy Barreras, para que el debate de las reformas se mantenga en el marco de la institucionalidad; que en un discurso haya hablado de “gobierno de emergencia”, el ‘remezón’ en el gabinete...
Todos esos escenarios han provocado que diferentes sectores se pregunten hasta dónde puede llegar la radicalización de Gustavo Petro para alcanzar los objetivos que se propuso al llegar al poder.
Lo cierto es que, en opinión de varios observadores de la política, son alarmantes los indicios que empieza a mostrar el Gobierno del ‘cambio’.
“Petro está en un punto de inflexión en su Administración. Siente algún grado de traición de parte de la coalición de la cual esperaba unos apoyos irrestrictos y automáticos que permitieran una aplanadora legislativa que llevara a buen término todas sus reformas sin mucha discusión”, dice el analista político de la Universidad Central Jorge Luis Yarce.
Su observación se da a propósito de que el pasado martes varios miembros de la coalición de Gobierno abandonaron la votación de la ponencia de la reforma a la salud, dado que las colectividades de las cuales son miembros ratificaron que no podrían apoyar la iniciativa del Ejecutivo.
En ese sentido, Yarce señala que “en la medida en que el Mandatario se encuentra con esos fenómenos democráticos, donde se discuten los proyectos, la separación de poderes se hace respetar y los congresistas, en el marco de su representatividad, le dicen: ‘esto quizás no es la mejor decisión’. Entonces él empieza a subir el tono”.
De hecho, luego de que el presidente de la Comisión Séptima de la Cámara, Agmeth Escaf, levantara la sesión sin dar explicaciones, el Jefe de Estado mencionó en su cuenta de Twitter que “la coalición política pactada como mayoría ha terminado hoy por decisión de unos presidentes de partidos. Algunos de los cuales amenazan a la mayoría de su propia bancada”.
Sin embargo, el analista considera que “marcar distancia con los partidos políticos no constituye una radicalización del Gobierno, pero la convocatoria a un levantamiento campesino para defender las reformas sí suena por mucho a una radicalización”.
Y continúa: “No se comprende cuál es el sentido de ese llamado al levantamiento popular, porque hay que entender que las naciones se levantan en contra de sus gobernantes, y aquí el gobernante es él. Es como si estuviera haciéndose un autogolpe de Estado y eso es muy grave, porque perturba la estabilidad social, económica y la paz”.
Al respecto, el director del doctorado en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, Carlos Charry, indica que “la movilización social en Colombia es un derecho constitucional. No es una ilegal salir a protestar a las calles, pero lo que parece del todo improcedente es que el Presidente esté convocando las marchas cuando estas deben ser una expresión autónoma de la sociedad civil”.
A su vez, la politóloga María Alejandra Arboleda comenta que “es importante tener en cuenta que, en una práctica democrática, es en el Congreso donde se deben revisar las diferentes voces, y el ejercicio de un líder, como lo es el Presidente, es ver cómo logra construir consensos alrededor de las problemáticas, pero Petro ha tenido un liderazgo un poco más radical”.
De acuerdo con lo anterior, Yarce indica que será determinante “establecer en los próximos días hacia dónde se va a dirigir el Gobierno, porque todavía está en vilo esa idea etérea de ‘un gobierno de emergencia’ que planteó, ya que jurídicamente no existe y se puede asemejar por interpretación a los estados de excepción”.
Explica que en esas figuras “el Mandatario tiene libres potestades para gobernar por decreto, desconociendo la voluntad popular, el Congreso y las cortes, pero no sabemos si para allá vamos; no sabemos qué es lo que significa ese concepto”.
“Si ese es el camino que Gustavo Petro quiere recorrer, implicaría una ruptura del orden constitucional y, por ende, una radicalización efectiva de su Administración. Estaría yendo en contra de todo aquello que ha profesado y que defendemos en el marco de la democracia”, añade el analista.
Una advertencia similar fue la que le hizo el presidente del Senado, Roy Barreras, al Jefe de Estado el pasado miércoles, cuando nombró a ocho nuevos miembros de su gabinete.
“Cualquier Gobierno, en una sociedad democrática, tiene que simbolizar la unidad nacional, no la división, y las administraciones, para lograr el éxito en esa convocatoria nacional alrededor del cambio, tienen que transmitir estabilidad con base en dos pilares fundamentales que son la gobernabilidad y la favorabilidad”, dice.
Y agrega: “Si los gobiernos deterioran esos dos pilares, tienen muchas dificultades para lograr lo que el pueblo espera de ellos, que son reformas que le sirvan a todos”.
En ese sentido, Charry anota que “el escenario más radical sería uno similar al de Perú, donde hay un presidente prácticamente solo, sin apoyos políticos y no únicamente con una agenda legislativa bloqueada, sino con un Congreso que está hostigando y poniendo permanentemente en entredicho la legitimidad de su figura”.
Considera que “esa sería la peor de las situaciones y creo que tenemos que hacer un llamado de atención para que eso no ocurra aquí. Lo que señala Roy Barreras es que todavía existen los mecanismos institucionales para darle vía y salida a los proyectos que pretende llevar a cabo Petro y que incluso ellos saben que muchos no van a pasar”.
También se refiere a las modificaciones en el gabinete: “Pareciera que el Presidente se está atrincherando en sus cuarteles y eso se confirma, ya que muchas de las figuras que puso al frente de las carteras tienen un talante más político y eso puede generar mejores vasos comunicantes con el Congreso”.
“De salirle favorable la estrategia de negociar congresista por congresista para conseguir apoyos en los proyectos de ley, puede ser un método más largo, desgastante y que genere que no todas las iniciativas pasen o que lo hagan con muchas modificaciones”, dice Charry.
Asimismo, Arboleda menciona que “es importante tener en cuenta que Petro tiene un estilo, y así llegó al poder, donde empieza a polarizar y no permite un ejercicio donde haya matices y donde se pueda llegar a acuerdos. Es blanco o negro, y ese ejercicio divide más a la sociedad colombiana”.