“La estrategia del presidente Petro de gobernar desde La Guajira tiene como objetivo intentar revertir la imagen que tienen los colombianos por los escándalos del Gobierno, el fracaso de la agenda legislativa y la descoordinación del Ejecutivo”.
Esa es la impresión que tiene el analista político Jhon Mario González, agregando que pareciera que con el traslado del Mandatario y parte de su gabinete a esa región del país se quiere cambiar la percepción “de un gobierno fallido por la de un gobierno ejecutor, con agenda, cercano y que resuelve los problemas de la gente”.
En efecto, el presidente Petro arribó el pasado lunes a la capital Riohacha, donde lideró un consejo de seguridad, y desde donde dejó entrever la posibilidad de declarar la emergencia económica y social para La Guajira, a fin de solucionar problemáticas relacionadas especialmente con la falta de agua y alimentos en esa zona del país.
Sin embargo, para el analista González es una estrategia del Gobierno que “antes que una urgencia o necesidad sobreviviente, buscaría intentar otorgarse facultades que le permitan hacer traslados presupuestales, efectuar contrataciones y gobernar sin las habituales restricciones normativas”.
De su lado, el docente de la Universidad Santiago de Cali y analista de medios Pedro Pablo Aguilera coincide en que la declaratoria de la emergencia sería una maniobra legal, que puede justificarse en la situación crítica que enfrenta la población de La Guajira.
“El problema está en que, después de nueve meses del Gobierno Petro, nada ha cambiado: las estadísticas de desnutrición y de muertes de niños por bajos de peso, más la mala atención, siguen”, sostiene, por lo que sostiene que, aunque la situación de esa región a nivel social “desborda toda la realidad, yo pienso que no es necesaria la declaratoria de emergencia económica”.
Ahora bien, Aguilera anota: ¿Demostración de fuerza?: Está en las manos constitucionales, aquí lo que prevalece por encima de la izquierda y de la derecha son las necesidades críticas que tiene la población de La Guajira”.
Entre tanto, el politólogo Ancizar Marroquín añade que la presencia del Jefe de Estado en Riohacha y las poblaciones aledañas pretendería “mostrar que el Presidente se acerca a las zonas y personas más necesitadas del país y que las zonas que históricamente han sido olvidadas y saqueadas están en el radar de este Gobierno”.
Y anota que el que el Ejecutivo despache toda una semana desde esa región “ayudaría a que la identificación puntual de las problemáticas facilite proyectos acertados y permita una rápida y expedita inversión” en ella.
No obstante, argumenta que el Mandatario debe evitar que no quede la sensación de que fue solo “para tomarse la foto, convocar a los medios a un viaje de turismo, es decir, que todo resulte en un proceso de acciones estatales y no en un saludo a la bandera: que se termine la semana, se hagan muchas promesas y todo siga igual”.
“La estrategia es legítima, y es lo que quiere la gente, pero tiene el riesgo de que sea más un recurso organizado a última hora en el propósito de construir una cortina frente a los recientes escándalos que han agobiado al Gobierno”, insiste Jhon Mario González.
Además, dice, “es un instrumento que devela que la descentralización en Colombia no ha funcionado, aunado a que obliga a que haya continuidad del mecanismo en otras regiones del país que tienen similares o más graves problemas, pero que pueden ser menos afectas políticamente al Gobierno”.
Y finaliza: “Si los resultados de la estrategia, en unos cinco meses, resultan inferiores a las amplias expectativas ciudadanas que se han pretendido crear, puede terminar por convertirse en un bumerán que se devuelva en contra del propio Gobierno”.