“En el momento en que Gustavo Petro tuvo dificultades para imponer su reforma a la salud convocó a un ‘balconazo’, entonces uno se pregunta si Petro sigue agitando, es como si estuviera en campaña”.
Así analiza el estratega político argentino Ángel Beccassino la forma en la que el Presidente está gobernando por medio de sus redes sociales y asegura que esa espontaneidad lo llevan a equivocarse.
A su vez, su hija Luciana Beccassino, también estratega política, comenta que “cuando se tiene a la mitad de un país en una cruzada por una ideología y a la otra mitad por otra, difícilmente habrá un diálogo, sino que se dará una polarización”.
Quienes fueron los coestrategas de la campaña de Rodolfo Hernández a la Presidencia hablaron con El País durante su visita a Cali en un evento de consultoría política.
El País: Los caleños tienen una percepción negativa de los políticos; sin embargo, hay más de 40 candidatos a la Alcaldía, ¿por qué se da esto?
Luciana Beccassino (L.B.): Todos en nuestro día a día vivimos los problemas que debería solucionar la política y muchos piensan que tienen la posibilidad de hacerlo. Sin embargo, cuando llegan a la posición de poder se dan cuenta de que no es tan sencillo solucionar esas dolencias tal como se perciben. Se dan cuenta de que no logran resolver todo lo que en campaña comunicaron y con lo que lograron conectar con la gente, por eso se llega a la decepción.
Ángel Beccassino (A.B.): Hay una larga relación con la clase política profesional que ha sido mala. Es una especie de solución forzada frente a la cual la gente se siente defraudada y, en ese sentir, optan por negar, pero al mismo tiempo tienen la ilusión de ocupar ese lugar para hacer algo. Indudablemente ese es un sitio del poder y lo que le atrae a la gente, y por lo cual tantos quieren ser candidatos es por ese espacio de poder. El poder atrae, fascina, pero está la negación a la clase política por una relación que ha sido insatisfactoria.
El País: ¿Por qué la polarización se ha convertido en un fenómeno mundial?
A.B.: La polarización siempre ha estado, vos decís ‘hay 40 candidatos’, pero de última acaban siendo solo dos, como máximo un tercero en discordia, siempre hay un dilema: quiero esto o quiero lo otro, y la gente finalmente opta por uno de los lados.
Ese dilema es una polarización en si misma, es el canal normal al cual deriva toda confrontación, blanco o negro y en ese momento final se eliminan las posibilidades intermedias, los grises. Ese es el camino natural hacia el que va todo proceso donde debe haber una decisión final.
Esto siempre ha existido, lo que pasa es que ahora las personas quieren negarla, como vivimos en un escenario de mucha fricción, la gente está irritada y dice: no quiero más peleas. Pero indudablemente al final escoge un lugar u otro.
L.B.: Hay otro factor que entra en juego y que puede hacer que hoy se esté percibiendo más. Es el hecho de que dentro de este dilema, la decisión no termina siendo racional, sino emocional, porque estamos hablando de temas que tocan la vitalidad y la supervivencia de las personas, el sentido de lo que es valioso para ellos, y esas decisiones no se toman desde la lógica que nos permitiría conciliar y llegar a mayores acuerdos, sino que se disputan desde la emoción y la pasión. Cuando tienes a la mitad de un país en una cruzada por una ideología y a la otra mitad por otra, difícilmente va a haber un diálogo, sino que se va a dar una polarización.
El País: ¿Qué hace que una campaña electoral sea exitosa?
L.B.: Últimamente, conversamos mucho sobre algo que dice un amigo nuestro, Dick Morris, estratega de Bill Clinton y actualmente de Donald Trump. Para que una campaña sea exitosa se necesitan tres cosas: Estructura, o sea, una organización que permita que todo se ponga en marcha, presupuesto y una causa. Las tres son importantes para una campaña, pero diríamos que la más vital es la causa o la estrategia, es el sentido, el concepto que guía toda la campaña y que permite movilizar emocionalmente al electorado. Sin embargo, el presupuesto y la estructura son los que permiten que la causa se vuelva una realidad.
A.B.: Lo que define es la actitud, la personalidad del personaje dentro del entorno adecuado. Hay personas que son válidas para Bolivia, pero no lo son para Colombia. Es eso lo que hace que una marca se instale, que sea relevante y que logre cierta fidelización en poco tiempo, como es el electoral, y consiga resultados.
El País: ¿Qué opinan del uso que Gustavo Petro le da a su Twitter?
A.B.: Esa es una manera de gobernar jugando al ping pong, cada realidad la rebotan casi sin pensar y eso los lleva, por ejemplo, a Petro, a cometer errores de ortografía, a no contrastar información, soltar algo y después, si se equivocó, tener que retractarse. Porque está en un frenesí de devolver o mandar pelotas, es la inmediatez. Ese elemento es muy irritativo. Trump lo hacía, jugaba meticulosamente a sostener la irritación, pero ¿eso es lo que está buscando Petro?
Cuando uno ve que en el momento en que tuvo dificultades para imponer su reforma a la salud convocó a un ‘balconazo’, uno se pregunta si Petro sigue agitando, es como si estuviera en campaña.
Hay un juego del Presidente que es bastante complicado, porque es sostener al país con los pelos de punta, a punta del ‘tuitazos’.
A Trump le funcionó, pero en él, lo que parecía espontáneo, era un esquema muy organizado. Según se sabe de su estructura de campaña, tenía preparado 50 mensajes para cada posibilidad y espacio de confrontación, entonces del arsenal que tenía pensaba cuál metía a jugar.
Pero en el caso de Petro, y lo prueban los errores que comete, es que es una espontaneidad, él es un tipo muy talentoso, tiene un uso de la inteligencia brillante, pero todos tenemos límites y a veces la presión del momento nos hace equivocarnos.
L.B.: Lo de Petro, como lo de Trump, se debe ver enmarcado en la transformación en la comunicación y la relación entre dirigentes y pueblo que se ha dado por las redes sociales y que introduce dos elementos que nunca antes habían estado tan presentes, el primero es la inmediatez, nosotros queremos una reacción inmediata a todo lo que está sucediendo y esperamos de nuestros políticos una reacción casi que inmediata a cada acontecimiento. Eso agrega una presión muy grande, porque ya no hay tiempo de reflexión.
En segundo lugar, las redes sociales; estas permitieron eliminar el mediador entre los políticos y las personas, a excepción de esos momentos en los que se subían al balcón y le hablaban a la plaza, pero antes se dirigían al pueblo a través de intermediarios, pero hoy las redes, en particular Twitter, permiten que el político le hable directamente a la gente, estableciendo una relación casi que íntima en la que, por ejemplo Petro les está hablando a cada uno de los colombianos directamente, y cada persona tiene la posibilidad de responderle y ocasionalmente tener la ilusión de que él va a responder, eso transforma la dinámica política.
Lo anterior también permite que cuando un político no tiene los medios a su favor, como incluso Petro lo ha mencionado criticando a muchos medios nacionales, pueda sostener una relación con el electorado, con el pueblo e invalidar a esos intermediarios tradicionales.
El País: ¿Qué le destaca al Gobierno Petro?
L.B.: Su política ambiental, considero que se han tomado acciones en el área de protección de los recursos naturales del país que son ciertamente destacables y orientadas a la preservación de los recursos.
El País: ¿Qué cree que ha sido negativo en la Administración Petro?
A.B.: La improvisación, hay demasiada falta de coordinación entre el pensamiento del Presidente y el de los de su equipo, en realidad es como si no hubiera equipo, sino que tuviera personas ocupando posiciones, pero que no trabajan juntos.
El País: ¿Cómo describiría el estado de la gobernabilidad del Presidente?
A.B.: Está manejando un esquema inicial de gobernabilidad que fue una alianza con sectores, una cogobernabilidad, pero la está manejando en una especie de irritación constante cuando sus aliados no siguen lo que él pretende que sigan. Es una gobernabilidad con espacios de fragilidad bastante fuertes y con un solo espacio de consistencia que es lo económico; Ocampo creo que venía siendo una base muy firme dentro del Gobierno, y eso le daba estabilidad a la gobernabilidad de Petro, a diferencia de otros espacios como el los ministerios del Interior y Defensa con la situación con la Policía y el Ejército, además de la crispación muy grande que genera la idea de la Paz Total, creo que es un proceso que no está tan bien planteado.
El País: Algunos dicen que la democracia en América Latina está en crisis...
L.B.: La democracia en América Latina está viviendo un momento de transformación que comenzó hace décadas y a la que podríamos atribuirle esta nueva ola de populismo, como se ha llamado, y es la cuestión que, en teoría, la democracia debería funcionar escuchando a la gente, pero las personas no se sienten escuchadas, sienten que los políticos que eligieron no responden a lo que les preocupa y eso los frustra.
Lo anterior genera que cuando llega un político que dice verdaderamente escuchar a la gente, con un discurso diferente, que dice: yo no soy parte de esos que no te escucharon, que no respondieron a lo que tú querías, sino que vengo de afuera, vengo a escuchar y utiliza las redes para entablar una relación con la gente. Eso se vuelve muy atractivo, porque se convierte en la promesa de que la democracia volverá a funcionar como debería, escuchando y actuando a partir de lo que dice la gente y no de lo que unos pocos creen que se debería hacer, como es la tecnocracia, ya sea a partir de la experticia o de los intereses de unos pocos que solo buscan el beneficio propio, que es lo que en muchos países de América Latina han sentido que ha pasado.