Francisco Barbosa, exfiscal general de la Nación, aseguró que, contrario a lo dicho por el presidente Gustavo Petro, sí entregó la lista de los bienes de los paramilitares a la Unidad de Víctimas y señaló cuántos procesos se abrieron y cuántas propiedades les quitaron a las autodefensas durante su gestión.
En entrevista con Colprensa, también dijo que está convencido de que no el 2026 el poder no seguirá en manos de la izquierda colombiana y que espera que una gran coalición de centro y de derecha sea la ganadora en la segunda vuelta en el 2026.
¿Qué le responde al presidente Gustavo Petro que lo acusa de no haber entregado el listado de los bienes de los paramilitares?
La infamia del presidente Petro no tiene límite, y no se puede admitir que, en un acto público, en el que se pretendió lavarle la hoja de vida criminal al paramilitar Salvatore Mancuso, se ensucie mi reputación y mi honra como fiscal general y como ciudadano. Sobre ese tema puntual, decirle tres cosas: La primera, que en mi administración en la Fiscalía se le quitaron 1600 bienes a los paramilitares por vía judicial, representando esto $ 1,8 billones. Esa acción de la Fiscalía implicó la entrega de esos bienes a la Unidad de Víctimas, la cual depende de Gustavo Petro, porque hace parte del Ejecutivo. Es decir, si aquí alguien tiene que hablar de que tiene que entregar los bienes y cómo entregar los bienes y cómo administrarlos es el Ejecutivo y no la Fiscalía General de la Nación, que no tiene esa función.
Un segundo aspecto es que en mi administración se imputaron 85.000 hechos delictivos a los paramilitares, cuando del 2006 al 2019 se habían imputado solo 56.000. Es decir, casi que duplicamos. Al señor Mancuso, en mi administración, se le imputaron 24.408 hechos delictivos y en catorce años se le habían imputado 18.000. Sobre los recursos, $ 1,8 billones le entregamos a la Unidad de Víctimas en cuatro años y en catorce años solo $ 483 mil millones. Un tercer aspecto tiene que ver con que en mi administración se judicializaron con resolución de acusación a 76 terceros que participaron en la financiación del paramilitarismo y eso me lo reconoció personalmente el fiscal de la Corte Internacional.
¿Por qué cree que el presidente Petro le controvierte tanto a usted?
Porque él no estuvo nunca conforme con la fiscalía general de la Nación que yo dirigí. Yo nunca me plegué, nunca cedí. Fui un hombre que respetó la institucionalidad en las investigaciones en las que su entorno terminó siendo afectada. Jamás intervine y dejé que los fiscales autónomos e independientes hicieran su tarea y creo que él tiene un gran resentimiento por cuenta de todo lo que vivió durante el año conmigo en la Fiscalía General de la Nación.
Petro lo que hace es manchar la honra de un funcionario que hizo las cosas bien. No puede ser normal ni plausible en un país que la ofensa y el insulto sean la constante por parte del Presidente de la República. Hoy es Francisco Barbosa, pero también han sido periodistas, la Procuradora. Él tiene la idea de que puede pasar por encima de las personas. Pueden cambiar el relato y ponerle una historia a la delincuencia. Yo no he matado a nadie, no he sido guerrillero, no he pertenecido a organizaciones terroristas, no he sido un indultado, no he cometido ninguna infracción en mi vida y, obviamente, la gente tiene que distinguir que una cosa es cumplir la Constitución y la ley, como hice yo, y otra tratar de que se le dañe a uno la honra por cuenta de un presidente que creo que está excedido.
¿Cree que el Presidente ya quedó con el control de las ‘ías’ (Contraloría, Fiscalía, Defensoría) y que el principio de los pesos y contrapesos no se dará?
Espero que los funcionarios que lleguen a los cargos lo que hacen es cumplir la Constitución y la ley. Evidentemente, el reto está en que se garanticen los derechos de la oposición, de los posibles candidatos a la Presidencia de la República, y que se permita que la democracia pueda ser garantizada. En ese sentido, no tengo temor sobre el rol que va a cumplir el nuevo Procurador General, ni tampoco del que está cumpliendo adecuadamente el Contralor General de la República, ni tampoco del que debe cumplir el Registrador Nacional del Estado Civil. La gran molestia del presidente Gustavo Petro es que él considera que es más importante que las instituciones y no ha entendido que las instituciones son más importantes que las personas cuando ejercen los cargos.
¿Los asuntos que quedaron pendientes de su gestión sí los está atendiendo la fiscal Adriana Camargo?
Yo creo que es necesario dejar que la Fiscal General pueda desempeñar su función para poder hacer una valoración, seguramente al cierre del primer año, y mirar las cifras que tienen y comparar con lo que se hizo y poder determinar bien en qué van los temas. Aún es prematuro hacer cualquier balance de lo que ha ocurrido. Lleva siete meses en el ejercicio del cargo y me imagino que está construyendo sus nuevas metodologías y su nueva manera de trabajo.
¿Hacia dónde cree que va la investigación del caso Odebrech?
Nosotros, en la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, con un fiscal autónomo, se lograron 106 imputaciones, varias sentencias condenatorias y reparaciones y se imputaron a personas que no se habían imputado. Por ejemplo, todos los brasileros que participaron en el mecanismo. Cuando se plantea que hay que reformar los grupos es un asunto que es propio de la Fiscalía General de la Nación hacerlo. Habrá que ver cuáles son las decisiones que se van a tomar. Entiendo que reducen el grupo y al mismo tiempo que quieren retirar acusaciones que se habían hecho a algunos funcionarios o servidores públicos. Creo que la Fiscalía, en su momento, deberá explicar punto a punto por qué lo hace.
Cambiando de tema, ¿cree que Colombia se mantendrá en el 2026 en un gobierno progresista, como lo ha venido diciendo el presidente Petro en actos público?
No, no hay ninguna posibilidad de que continúe la izquierda. Petro todos los días está trabajando justamente para que la izquierda no tenga ninguna vocación de poder en el país. Aquí lo que tenemos que hacer los que pensamos de forma similar, los que creemos en la Constitución, en la ley, en la dignidad de los cargos, en recuperar la seguridad del país, nos pongamos de acuerdo rápidamente para lograr una gran coalición que ojalá se presente en marzo del 2026 y allí se determine quién será la persona que pueda llegar a segunda vuelta y retomar el poder.
Por lo pronto, lo que hay que hacer es pensar los temas, reflexionar, empezar a buscar soluciones y saber de antemano que Gustavo Petro y su proyecto político van a ser parte de una historia que Colombia no debió haber vivido.
¿Pero ve al centro y a la derecha unidos para el 2026?
Hay ser muy cuidadoso, porque ninguna postura extremista puede aspirar a la Presidencia de Colombia. Se requieren acuerdos entre aquellos que estén representando la Constitución y la ley, la fortaleza institucional, y creo que se van a lograr esos acuerdos. Veo con mucho interés a los diferentes partidos, al Liberal, a La U, al Conservador, seguramente a Cambio Radical, los movimientos cristianos, el Nuevo Liberalismo, que quieren establecer la posibilidad de poder discutir un mecanismo de coalición de candidatos para escoger una persona en marzo del 2026. Eso sería importantísimo, porque allí tendrían los votos suficientes para poder ir a una segunda vuelta.
¿Pero hay decenas de candidatos tanto en el centro como en la derecha?
No. Hay que distinguir una cosa: en este momento no estamos frente a la existencia de candidaturas; las candidaturas se van a consolidar en el segundo semestre del próximo año. Una de las cosas que tiene el presidente Petro es que no tiene ni proyecto político ni grupo político y lo que hay es una anarquía alrededor de una cantidad de movimientos que además quieren a toda costa utilizar su poder de entregar avales para participar en la elección del 2026.
Petro habla de la fragilidad del sistema electoral colombiano, de la Registraduría. ¿Eso es cierto?
No veo aceptable lo que dice Gustavo Petro, porque fue por ese sistema que él terminó siendo presidente. Si el sistema que él critica fuera malo o corrupto, él nunca hubiera sido presidente de Colombia. Ese cuentico de que las instituciones son malas cuando no me sirven o no dan los resultados que a mí me gusta, pero son buenas cuando son los resultados que espera es una actitud propia de una persona autoritaria.