Colombia, al igual que Brasil, son los países más interesados en que Venezuela alcance la normalidad en su vida política, económica y social. Su condición de estados fronterizos hace que esta variable geopolítica sea un factor de primer orden para que sus gobiernos hayan adelantado iniciativas tendentes a buscar salidas a la profunda crisis en que está sumida la nación que hoy gobierna Nicolás Maduro.
La búsqueda de estabilidad en Venezuela y, por ende, en la región, ha estado en el centro de las preocupaciones de los presidentes Gustavo Petro y de Luiz Inacio Lula Da Silva. Basta recordar que la primera acción de política exterior del mandatario colombiano cuando asumió el poder en agosto de 2022, fue reanudar las relaciones diplomáticas, consulares y comerciales con su vecino oriental y reunirse con su homólogo venezolano, con quien ha tenido hasta el momento ocho encuentros en apenas dos años.
También es necesario tener presente la invitación que le hizo Petro a Maduro al comienzo de su mandato para que Venezuela se reincorporase a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), como un paso para reintegrar a Venezuela en la comunidad internacional.
Igualmente, denota la importancia de que la Casa de Nariño le asigna a Venezuela, el encuentro internacional que convocó en Bogotá en abril de 2023 al que asistieron representantes de 20 países con la intención de reimpulsar las suspendidas negociaciones de México entre el gobierno y la oposición venezolana en octubre de 2021.
Por su parte, Lula Da Silva al poco de iniciar su tercer mandato tuvo palabras muy benévolas con su par venezolano en aras de darle legitimidad y rehabilitar su figura, en una actitud diametralmente opuesta al regaño que acaba de proferirle al señalarle que si pierde las elecciones tendrá que dejar el poder. La cancillería brasileña desplegó asimismo una activa gestión diplomática a fines de 2023 para desescalar el conflicto que el gobierno venezolano estaba planteando por el territorio Esequibo con Guyana, un país vecino de Venezuela y de Brasil.
Tanto el presidente colombiano como el brasileño propusieron de manera conjunta en abril de 2024 la celebración de un referendo en Venezuela que diera garantías tanto al gobierno como a la oposición, más allá de quien resultase ganador en los comicios presidenciales. Si bien, esta propuesta no fue acogida por Caracas, sí da clara cuenta de la preocupación de ambos mandatarios para que reine la mayor estabilidad posible en Venezuela y en el subcontinente suramericano.
Para Colombia, el desenlace de las elecciones del 28 de julio en Venezuela tiene implicaciones de marca mayor. La primera es que, tal y como lo han revelado diversos estudios de opinión en el país vecino, una parte importante de la población ha manifestado su intención de emigrar -ya lo ha hecho un 25% de los venezolanos- en caso de que no se produzca un cambio político. Esto implicaría que Colombia podría tener que enfrentar una nueva ola migratoria que se sumaría a los 2,8 millones de venezolanos y a los 800 mil colombo-venezolanos que ya residen en el país.
Si bien tras la reanudación de las relaciones entre Bogotá y Caracas se ha producido un moderado incremento de las relaciones comerciales bilaterales, el aumento ha estado muy por debajo de las expectativas que se tenían debido, entre otros aspectos, a la gran debilidad que aún tiene la economía venezolana que perdió un 80% de su Producto Interno Bruto (PIB) en los últimos años como consecuencia del descenso de su producción petrolera, de la merma de su capacidad industrial, así como del drástico descenso de la capacidad adquisitiva de los venezolanos.
Un incremento sólido y sostenido del intercambio comercial entre ambos países, que representa una gran oportunidad para el sector industrial y agrícola colombiano, requiere de un ambiente de estabilidad política y económica en la nación vecina y de una recuperación de los índices sociales que mantienen a la mayor parte de la población venezolana en niveles de pobreza.
Asimismo, el levantamiento de las sanciones económicas, financieras y personales que aún pesan sobre el país, vitales para eliminar barreras en el comercio colombo venezolano, solo se producirá cuando la comunidad internacional y especialmente los Estados Unidos aprecien que se ha avanzado en la normalización democrática.
Finalmente, tanto para Colombia como para los demás países suramericanos, resulta importante que Venezuela se reincorpore a los mecanismos de integración de los que una vez formó parte, como la CAN o Mercosur en lo económico, la Organización de Estados Americanos (OEA) en lo político o la Cidh en lo referente a los derechos humanos, proceso que precisa que el país vecino comience a transitar por la ruta de su democratización.
*Txomin Las Heras Leizaola es investigador adscrito del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario e investigador principal del Radar Colombia Venezuela, así como presidente de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.