Las sesiones extras convocadas por el Gobierno Nacional no resultaron mejores que el periodo legislativo ordinario, donde el presidente Gustavo Petro no solo no logró mayores avances en sus iniciativas, sino que, por el contrario, terminó con mayor desgaste en sus relaciones en el Congreso y hasta algunos proyectos hundidos.
Los motivos que llevaron a que el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, planteara unos días de sesión extra desde la mitad de noviembre, se fueron cayendo con el paso de los días, en particular porque los fracasos en el trámite de leyes fueron evidentes.
La principal fue la caída de la reforma tributaria, un proyecto que fue rechazado por las comisiones económicas, lo que llevó a que se diera un profundo deterioro de las relaciones del Jefe de Estado con la mayoría de los congresistas, especialmente porque los llamó “malditos”, ya que no quisieron votar la tributaria.
Otro de los asuntos a los cuales la Casa de Nariño le apostó con fuerza en el cierre de las sesiones quedó a mitad de camino, se trató de la ley que implementa la jurisdicción agraria, la cual fue aprobada por las comisiones primeras, pero por cuestiones de trámite no alcanzó para que se discutiera en sesiones ordinarias y tocaba extenderlo a unas extras en donde el ambiente se iba complicando.
En ese orden, tan solo quedaba para meter en esas sesiones especiales la reforma a la salud, un proyecto que es clave para el Ejecutivo y que estaba para su segundo debate en la plenaria de la Cámara de Representantes. Aunque se convocó a sesiones entre el 17 y el 19 de diciembre, pesaron más sobre la misma los motivos políticos.
Por ejemplo, el malestar en muchas bancadas, incluyendo a algunos congresistas del Pacto Histórico, con el Mandatario luego de que dirigiera varios trinos en contra del Parlamento, se convirtieron en una dificultad para que se votara el proyecto.
La reforma a la salud ya había llegado a la plenaria de la Cámara, pero en tres sesiones no pudo terminar su etapa de los impedimentos, incluso la discusión de los mismos se tomó casi que toda la sesión del martes, el primer día de extras. Al final se tramitaron más de 140 impedimentos que en su mayoría fueron negados.
La oposición, en su estrategia de frenar las reformas claves al Ejecutivo vio en las extras el momento perfecto para que no avanzara. Lo primero que hizo fue pedir tiempo suficiente para debatir el proyecto, ante lo que llamó la intención del Gobierno de “pupitrear el proyecto”.
Una apuesta más que hizo la oposición fue seguir por la senda de confrontar al presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca, quien durante el semestre que lleva al frente del cargo ha controvertido de forma contundente con congresistas del Centro Democrático, Cambio Radical y Alianza Verde.
De hecho, el miércoles, poco antes de aplazar la discusión para febrero, Salamanca tuvo una dura pelea con la representante Katherine Miranda, quien le trató de “marica”, razón por la que la sancionó quitándole la palabra durante lo que faltaba del debate.
Por último, al Gobierno le quedaba difícil mantener a los representantes en Bogotá cuando los senadores ya estaban en vacaciones, sumado a que la coalición de Cámara cada vez es más débil y bancadas que estaban firmes en todos los proyectos como la conservadora y la U se fueron dividiendo.
Eso se evidenció con los votos positivos en la mayoría de los artículos que se alcanzaron a votar, 24 en total, los cuales no llegaron a superar los 90 votos. Lo cierto es que las sesiones extras entraron en la lista de los fracasos legislativos que tuvo el Gobierno durante el semestre que termina, aunque para el Ministro del Interior lo hecho por la Cámara en estos dos días fue significativo.