Si algo caracterizó el primer año de Gustavo Petro, fue la volatilidad. Una serie de altos y bajos impidieron que desde la Casa de Nariño se haya podido configurar una estabilidad para administrar la Nación, por lo que desde este 7 de agosto de 2023, cuando inicia el segundo año de su Administración, el Jefe de Estado tendrá la necesidad de superar varios retos con el objetivo de garantizar su gobernabilidad.
Expertos en análisis político coinciden en que son varios y de distintas naturalezas los retos que debe enfrentar, pero sin duda, el escándalo de supuesta corrupción electoral que estalló esta semana por cuenta de la captura y declaraciones de su hijo Nicolás Petro ante la Fiscalía, es el que demandará su mayor atención en los próximos días.
Para el analista político Andrés Mejía Vergnaud habrá que esperar a que se desarrollen los hechos jurídicos para tener mayor claridad sobre el futuro inmediato del Presidente. “El factor clave es si aparece o no evidencia adicional: más testigos que converjan en una versión similar sería devastador. Una figura clave parece ser el ex embajador en Venezuela Armando Benedetti, quien en una grabación sugiere que se ingresó dinero sucio a la campaña. Un escándalo que crece rápidamente comenzaría a generar llamados para que el Presidente renuncie. El desperfecto político que de ello se derive anularía cualquier capacidad de acción de este Gobierno”.
Sin embargo, considera que un efecto inmediato será que Petro y sus aliados cercanos se vuelvan paranoicos y solitarios. “Se consumirá mucho tiempo y energía en la lucha contra las acusaciones, quedando poco tiempo y energía para gobernar”, considera.
Sin embargo, y pese a lo grave del escenario actual, el Primer Mandatario enfrenta otros obstáculos de cara al resto de tiempo de su Administración.
Para observadores de la realidad política nacional, uno es dejar de enredarse con sus propios pies, eso quiere decir que debe flexibilizar sus posturas para que no sea su talante el que evite que avance el programa de Gobierno.
“En este primer año Petro no supo resolver una contradicción estructural: si bien se conformó una coalición en la que se juntaron liberales, verdes y otros sectores, más el Pacto Histórico, la agenda política de Petro no fue un reflejo de eso y pretendió gobernar con agenda única e imponer esa agenda en el Congreso, algo que en la mayoría de los casos no le resultó. Tal fue el desgaste, que los pronósticos eran que esa alianza iba a gobernar por los dos primeros años del Gobierno pero ni siquiera alcanzó los doce meses”, señala Carlos Charry, director del Doctorado y la Maestría en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario.
Su mala relación con el Congreso llevó a que en cuanto a reformas solo se aprobara la tributaria, siguen pendientes la laboral, la de salud y la pensional. Para que el Legislativo se las pase, necesita de mayor amplitud política, ideológica y, especialmente, técnica, porque todas acarrean riesgos y exigencias presupuestales.
“Si bien el Gobierno se ha caracterizado por tener un buen diagnóstico de los problemas del país, le falta identificar las estrategias más adecuadas para solucionar esos problemas y con esta agenda única con arraigo ideológico muy fuerte va a ser muy difícil que eso pase”, agrega Charry.
Para la politóloga Consuelo Wynter, la baja en el respaldo popular también es un reto que enfrenta Petro porque ella cree que el aumento en el porcentaje de descontento termina por invalidar su retórica del cambio y por fortalecer a los críticos que votaron por él solo para evitar que Rodolfo Hernández ganara la Presidencia.
“El Presidente termina por no leer bien a la sociedad, se enfrasca en debates a través de redes sociales que desenfocan su visión y termina dando peleas que no tienen sentido, como cuando cerró filas alrededor de la exministra Irene Vélez con cada escándalo que hubo alrededor suyo, o cuando mantuvo a la exministra Carolina Corcho en Salud, pese a lo problemática que resultó su figura y su defensa de la reforma. Entonces, el gran reto a enfrentar es el talante y la forma de gobernar de Gustavo Petro, que siempre va a estar mediada un poco por ese carácter impositivo”, dice Wynter.
Para ella, estas posturas inflexibles del Jefe de Estado no son adecuadas en un ambiente de tensiones políticas.
“Esto nos lleva a un reto que sí o sí debe encarar Petro y es el de la seguridad. Hay una desmejora sistemática de la seguridad, no solamente en las ciudades capitales sino también en los municipios, y especialmente en puertos y en zonas que se consideran de paso del narcotráfico. Lo positivo es que tenemos un proceso de paz terminado y existen los marcos normativos y un Gobierno dispuesto a cumplirlo, pero eso no es garantía de nada”, concluye la experta en análisis político.
Justamente también señala que uno de los retos es el proceso de negociación con el ELN, que al igual que el Gobierno, ha tenido demasiados momentos de volatilidad como para confiar mucho en su éxito.