La ola de candidaturas por firmas que se prevé para las elecciones regionales de 2019 en el Valle del Cauca evidencia que esta nueva forma de acceder al poder brinda ventajas a quienes apuestan por ella, pero también se puede prestar para hacerle esguinces a la ley.
Para el politólogo Camilo Vargas Betancourt, coordinador del Observatorio Político de la Misión de Observación Electoral (MOE), una candidatura por firmas o grupos significativos de ciudadanos, tiene ventajas, en teoría, como el poder presentarse como un candidato independiente u ‘outsider’ de la política, que está lejano de las prácticas cuestionables, atribuibles a los partidos. Como quien viene de afuera y “que no está manchado por las mañas de la política, ha demostrado ser un buen mensaje de campaña”.
Pero en la práctica, observa el analista, “hay ventajas que no deberían existir, unos incentivos perversos del sistema electoral” que hacen que se les dé mal uso a las candidaturas por firmas. “El más importante es la financiación de campañas, es un problema muy grande, porque el Consejo Nacional Electoral (CNE), es una institución incapaz de controlar el origen y el monto de los recursos con los que se financian las campañas”.
Se refiere a que un partido político puede iniciar su campaña y publicidad política solo tres meses antes de las elecciones, algo fácil de controlar. Pero en los grupos significativos ciudadanos, “su visibilización o campaña comienza mucho antes, cuando salen a recoger firmas, y no se están controlando los dineros que se utilizan para ese fin”.
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Lina María Orozco, politóloga, coordinadora del Observatorio Cali Visible de la Universidad Javeriana de Cali, destaca esa posibilidad de representar a un conjunto de ciudadanos que no se ve representado en los partidos políticos, “porque fomenta la pluralidad de fuerzas en un sistema democrático, lo cual es saludable”, sostiene.
Lo confirma Alejandro Eder, aspirante a la Alcaldía de Cali: “Cuando uno tiene un movimiento cívico amplio, que abarca varias ideologías, lanzarse por firmas permite unir a diversos sectores, en vez de separarlos. Es algo positivo”.
Michel Maya, quien se lanzará a la Alcaldía, confirma que aspirar por firmas permite “conectarse con esa ciudadanía que está buscando otras opciones que no tengan los males de la corrupción, del intercambio de favores, de la clientela y falta de coherencia, y termina siendo más atractiva que los partidos tradicionales”.
La politóloga Lina María Orozco señala que ejemplo de este desencanto es que desde 2001, la alcaldía de Cali ha quedado en manos de aspirantes por movimientos significativos de ciudadanos. “Esto fue una ruptura en la tendencia bipartidista del sistema político local, por el desencanto ciudadano frente a los políticos y partidos tradicionales”, sentencia.
Óscar Gamboa Zúñiga ratifica su intención de aspirar a la Gobernación del Valle por firmas porque “soy liberal, fui el candidato del Partido hace tres años y saqué más de 100.000 votos casi solo, pero he escuchado que el Partido tiene planes con otras personas”.
Sin embargo, admite que el nombre del candidato comienza a fluir desde que empiece a recoger las firmas, porque la ley permite acercarse a los ciudadanos a pedirlas. Una ventaja entre comillas, dice. “Pero en mi caso no tiene ese cálculo, sino que como demócrata, y si siento enredada la posibilidad por el Partido Liberal, no voy a esperar a que me coja la noche y me acojo a la alternativa que me da la Constitución. Si luego el Partido Liberal me plantea que sea el candidato o darme un aval asociado, lo recibo, pero por ahora me aseguro por firmas”, explica Gamboa.
Para Lina María Orozco, las firmas facilitan el surgimiento de figuras ‘outsiders’ y de liderazgos que se autodenominan independientes y ajenos a la clase política tradicional. Sin embargo, “en la práctica vemos que difícilmente llegan solos a los cargos de poder y que la independencia es más autoproclamada que real”, denuncia.
Alejandro Eder coincide en que lo más complejo –no necesariamente negativo– es que el camino es más largo y engorroso al conseguir apoyos. “Pero puede verse como positivo porque permite estar en medio de la ciudadanía escuchandola, entendiendo e interiorizando cuáles son los problemas que agobian a los ciudadanos, para darles solución”.
Pero las candidaturas por firmas también fomentan los personalismos y debilitan las figuras de representación como los partidos, advierte la politóloga Lina María Orozco. “La independencia es un unicornio en política, difícilmente se llega solo, sino con múltiples apoyos, pero con responsabilidades difusas: rendirá cuentas al electorado y a la ciudadanía, pero se diluye la responsabilidad de los partidos o fomentar estas instituciones como vehículos de intereses colectivos”, asevera.
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Michel Maya confirmó que trabaja en la construcción de una lista alternativa al Concejo, que permita llegar a nuevos liderazgos a la corporación. “Con el estatus de Cali como Distrito Especial, los concejales tendrán un salario de más de $10.000.000, que permite vivir con dignidad, sin necesidad de extorsionar a la Administración Municipal”, explica.
No da nombres, pero sí adelanta que incluirá sectores afro, independientes, estudiantes, mujeres, feministas, empresarios, académicos y con experiencia política, de ultraderecha o de izquierda.
Maya advierte que estará atento a ver qué aprobarán de las reformas que se tramitan en el Congreso de la República, “que generan gran inestabilidad e incertidumbre porque nos plantean cambiar las normas ‘ad portas’ de las elecciones”. Sin embargo, cree que muchas propuestas no serán aprobadas porque los tiempos no alcanzan. “Y proponen cambios profundos que no creo que los legisladores sean tan irresponsables de aprobar a la carrera”, dice.
Transfuguismo
Lo que sí es negativo, según Alejandro Eder, es que muchas personas que han militando en distintos partidos, hoy pretenden lanzarse por firmas para hacerse pasar como “independientes y desgastan esta herramienta que es muy importante para nuestra democracia, y para que quienes somos verdaderamente independientes podamos expresarnos”.
Para Camilo Vargas, del Observatorio de la MOE, hay oportunismo político de personas que practican transfuguismo, –ir saltando de partido en partido–, según los apoyos electorales. “Eso se deriva de la falta de control de la autoridad electoral sobre el funcionamiento de los candidatos por firmas”, observa.
El politólogo comenta que las reformas de 2003 y 2009 buscaron que haya pocos partidos, pero fuertes, “ya que tenemos una política demasiado individualista, en la que no es fácil que se representen intereses colectivos y se presta para que particulares lleguen a la política, sobre todo por quien pone la plata y la financiación de la campaña”.
“Así aparecen en los grupos significativos de ciudadanos, candidatos que no sabemos para quién trabajan y no es transparente quién financia sus campañas”, dice Camilo Vargas. Un problema grande en 2019, cuando las elecciones tendrán unos 130.000 candidatos a cargos regionales, donde el acceso a anticipos del Estado y a créditos bancarios es menor que en las nacionales.
“Las candidaturas de figuras independientes y de movimientos emergentes, se pueden convertir en una forma de tapar dineros corruptos e ilegales. Y es en lo que la MOE más alerta a la Fiscalía, el riesgo de que las candidaturas por firmas se conviertan en boquetes para que dineros poco transparentes lleguen a la política”, alerta Vargas.
Por firmas...
A partir de la Constitución de 1991, se creó la opción de aspirar a un cargo público mediante la recolección de firmas, figura que técnicamente se llama constituir grupos significativos ciudadanos. Esta figura es para todos aquellos candidatos que no se identifican con ninguno de los partidos políticos que existen, de tal forma que puede buscar apoyos ciudadanos que le dan el aval de la ciudadanía y no depender de un partido político.
¿Es costoso?
El analista Camilo Vargas advirtió que hay candidatos que contratan gente para recoger firmas, elaboran piezas publicitarias de ‘firme con pepito (a)’ y se crea toda una campaña electoral sobre la cual la autoridad electoral no controla el dinero que se invierte. “Eso les da una ventaja a los candidatos por firmas que no es legítima y no es controlada por las autoridades, porque empiezan a hacer campaña mucho antes que los partidos políticos”. Señala que incluso se llega al absurdo de que ese candidato que lleva meses haciendo campaña mientras recoge firmas, sin reportar financiación, resulta con aval o hace coalición por un partido político, desvirtuando el sentido del mecanismo que es incentivar las candidaturas independientes.
“Esa falta de control no es problema de los candidatos que recogen firmas, sino de la autoridad electoral que no se fija sino en la campaña tres meses antes de las elecciones”, afirma Camilo Vargas.
Durante las campañas de 2018, la MOE le solicitó al CNE del momento, controlar la situación ante la evidencia de figuras notorias de partidos políticos recogiendo firmas e invirtiendo dinero en ello. “Si bien el CNE emitió una reglamentación al respecto, él mismo no la hizo cumplir. El CNE no está ejerciendo el control y por eso se genera ese incentivo perverso de candidatos, así tengan partido político, de presentarse por firmas para poder hacer gastos de campaña que no tienen que ser reportados y eso es falla de la autoridad electoral”, dice.
Óscar Gamboa Zúñiga reclama que, al contrario, la desventaja es que la recolección de firmas tiene costos importantes, porque es casi como crear una empresa con un equipo de trabajo dedicado a ello, en Cali y en los municipios del Valle. “Y por ley requiere una póliza costosa, si el candidato no alcanza el umbral, el CNE hará efectiva la póliza y él pierde la plata”.