Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, lleva 17.520 días batallando contra la oposición política de su gobierno. Desde que llegó al poder, cada cinco meses —en promedio— ha apresado un político o un militar o un estudiante o un obrero o una ama de casa que piensa y habla distinto a él (cifras de Foro Penal Venezolano).
Su ofensiva verbal tiene un objetivo claro: desestabilizar a la “derecha extrema” que comanda la oposición. Pero no solo detesta esa ala política de su país. Los dardos también los lanza contra líderes de otras naciones, aunque esta vez, y paradójicamente, el resultado de sus “delirios” causó —según muchos— un efecto bumerán.
Y es que Nicolás Maduro amenazó el jueves pasado con revelar “todos los secretos del proceso de paz” cuyos detalles estaría muy interesado en conocer el Centro Democrático, que ha tenido este tema como ‘caballito de batalla’ y con el que le ha propinado heridas contundentes al Gobierno de Juan Manuel Santos.
“Firmaron un acuerdo de paz gracias a Chávez y a mí. Voy a sacar todas las grabaciones (...) toda la verdad que tengo de más de 10 años”. Así reaccionó el Presidente venezolano al mensaje que dejó Santos en Twitter recordando el fracaso de la revolución bolivariana.
El Nobel de Paz trinó el jueves en contra de la desmedida represión a las protestas multitudinarias y Maduro, sin cálculos políticos y dando tumbos como casi siempre, se defendió con el tema que más le duele a Colombia: las negociaciones de paz con las Farc.
Pero las cosas pueden ir más allá. Mauricio Jaramillo, especialista en política internacional, dice que el riesgo no es solo que se puedan volver a cerrar las fronteras, o porque haya una desbandada de colombianos retornando o se afecte la economía.
El problema es que se está politizando la crisis y, sin querer, Maduro le estaría dando un nuevo aire al Centro Democrático que sabe capitalizar los enredos de Santos.
Y aunque sostiene que es cierto que Chávez fue fundamental en el inicio de los diálogos entre el Gobierno y las Farc, es exagerado decir que sin él no se hubiera dado la paz. Así como tampoco es una realidad que se afecte la ejecución de los acuerdos de La Habana.
“En las negociaciones hubo participación de militares activos como el general Javier Flórez, retirados como el general Jorge Enrique Mora, víctimas, académicos, empresarios, intelectuales. Los acuerdos son públicos y la gente tuvo la oportunidad de conocer los documentos”, explica.
El análisis del profesor no es alejado de la realidad. El uribismo considera que sí hay algo más, pese a que la suspicacia no se despertó esta semana.
“El problema no está en que un ignorante de 1,90 de estatura con un cerebro inversamente proporcional a su estatura diga sandeces, el problema está en que un narco-dictador corrupto como Maduro reconozca la estrecha relación que siempre ha tenido con las Farc”, dijo en un video publicado en redes sociales Jaime Amín, senador del Centro Democrático.
Mientras que el exprocurador Alejandro Ordóñez, candidato presidencial, aprovechó para hacer una cadena de mensajes en Twitter con la etiqueta #SecretosDelProcesoDePaz con la que reiteró los cuestionamientos de siempre: impunidad, no entrega de niños ni de secuestrados, falsa desmovilización, lavado de activos de las Farc...
Pero esas apreciaciones no son solo de políticos activos. El analista internacional Vicente Torrijos, cree en los secretos que guarda con recelo Maduro: “Cuando amenaza es porque lo que Santos ha contado no es exactamente la realidad, creo que hay compromisos de fondo que no conocemos”.
Lea también: Reaparece Vargas Lleras con duras críticas a Maduro
A su juicio, Santos siempre ha estado en manos de su homólogo: ¿De quién depende que sean sostenibles los acuerdos? ¿De quién depende la estabilidad de los diálogos con el ELN? “Todo eso a lo que apunta es a que Santos está a merced de Maduro y va a estar sometido a presiones”.
Pero el senador de la U, Roy Barreras, y quien hizo parte de la mesa de plenipotenciarios en La Habana, califica de “delirantes” las declaraciones de Maduro. Critica que el Centro Democrático le dé crédito a esas palabras e incluso se atrevió a ironizar: “Es mejor no pararle bolas porque puede que lo que revele sean ‘videos y videas o grabaciones y grabacionas”.
Y aunque Barreras considera que el uribismo no puede valerse de mentiras para hacer política en la próxima contienda electoral, la verdad apenas está apenas por escribirse.
¿Fuerte pero frágil?
Desde siempre la oposición colombiana ha cuestionado la laxitud del presidente Santos ante lo que ellos consideran los excesos de Nicolás Maduro. Y aunque es cierto que de los presidentes no izquierdistas de América Latina, el colombiano ha sido el más tibio para expresar sus incompatibilidades políticas, los últimos días ha subido la temperatura de su discurso.
El politólogo Mauricio Jaramillo sostiene que el Mandatario ha lanzado tres dardos contundentes: dijo que la revolución bolivariana es un fracaso; le ordenó a la canciller Ángela Holguín expresar ante Naciones Unidas la preocupación por la militarización de civiles, y acompañó una carta en la que varios países rechazaron la negativa de publicar el calendario electoral en el país vecino.
Precisamente por eso Jaramillo dice que la postura de Santos sí ha cambiado drásticamente y todo se debe a que “perdió la paciencia” ya que el diálogo al que le apostó con una comisión ad hoc, que incluía al Vaticano, fracasó.
En Venezuela ahora también hay una percepción distinta. Julio César Pineda, exdiplomático venezolano, dice que al Presidente de Colombia no hay que cuestionarlo. “Él tiene razón, no solo en Venezuela sino en América Latina el Socialismo del Siglo XXI está en el ocaso. Venezuela que es un país tan rico está mal en términos económicos y en política social. Y Colombia, que tiene menos posibilidades, ha sabido administrar su capacidad y está presentando un panorama extraordinario en la búsqueda de la paz”.
Pero Vicente Torrijos cree que los medios de comunicación son los responsables de “la sensación” de cambio en el discurso santista.
Según él, Santos está prendiendo una vela a Dios y otra vela al diablo.
“La visión que Donald Trump tiene es critica y sensible y coincide con la de Álvaro Uribe y Andrés Pastrana y relega a Santos a un plano secundario. Y ante ese profundo temor de quebrantar las relaciones con Estados Unidos —que al Presidente le importan tanto como las relaciones con Caracas— termina aproximándose discursivamente a Trump, sin dañar definitivamente a Maduro”.
El viernes, sin mencionarlo, el presidente Santos dijo en un acto público que “este Gobierno afortunadamente tiene una democracia sólida donde se respetan los poderes públicos, las libertades”, metiendo más leña al fuego que de a poco está consumiendo una relación que surgió hace siete años con “su nuevo más mejor amigo” el fallecido Hugo Chávez y que ha sido difícil mantener con el heredero, Nicolás Maduro.