En tiempos de encierro y nuevos hábitos, es probable que el ciudadano responsable caiga en las trapas de consumir mucha basura. Es normal, agotamos nuestras cavas, desocupamos la nevera, comemos a deshoras, trabajamos más de lo acostumbrado y en los ratos libres (que son cada vez menos entre oficios caseros y el ‘teletrabajo’), nos sentamos frente al televisor y entre los canales y plataformas digitales, buscamos con qué entretenernos. Pero en esta cacería indiscriminada, podemos caer en las llamadas tendencias, que al menor descuido anulará el privilegio de la televisión a demanda, que nos permite abrirnos a nuevas y muy interesantes propuestas.

Al César lo que es del César y a los ingleses, el rock y… la televisión. Sí señor, la televisión. Mi entusiasmo bien podría ponerme en el incómodo escenario de demostrarles el porqué de mi afirmación pero ¿qué más da?
Para muchos, tal vez no sea novedoso decirles que los ingleses han re significado el medio, descubriendo el gran potencial que ofrece, explorándolo a profundidad no solo con sus formatos y sus estructuras, sino también con sus temas libres del pudor y de paradigmas sociales.

Pero no es solo una cuestión de temas sino de propuestas visuales, deleite de producción y actuaciones, que nos permiten reconciliarnos con nuestro rol de espectador inteligente que puede saborear platos exquisitos al mejor estilo cinematográfico. Bastaría dar una mirada sobre la oferta televisiva que ahora podemos encontrar en plataformas como Amazon y Netflix para encontrarnos con propuestas novedosas que tienen el sello inglés. En la primera de ellas está ‘Fleabag’ una comedia creada, escrita y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge, quien a comienzos de año arrasó con todos los premios no solo como actriz sino también como productora de la mejor serie.

Pero no es de Fleabag que quiero hablarles sino de la muy particular ‘Un juego de caballeros’ (The english game, en su título original) Esta miniserie, de solo 6 capítulos, lleva dos semanas disponible y representa una excelente oportunidad para conocer un poco del nacimiento del fútbol moderno.

La trama que se desarrolla en siglo XIX, se centra en la historia de dos hombres socialmente distintos pero con una pasión compartida. El primero de ellos, Fergus Suter que llega al pueblo de Darwen con su amigo Jimmy Love, atraído por el dueño de la fábrica textil quien lo ha llevado allí no solo para trabajar en ella sino para reforzar el equipo del fútbol local. La fama de Fergus lo precede y es por eso que a diferencia (y escondidas) de los otros obreros que también juegan, él es el único a quien el dueño del equipo le paga por hacerlo.

El deporte apenas empieza y las reglas han sido establecidas por un puñado de londinenses ricos, que son juez y parte, al ser directivos de la Federación de fútbol y jugar para su propio equipo. Entre ellos está Arthur Kinnaird, un banquero que tiene que lidiar con las presiones de su padre que no aprueba su doble vida y las de sus deshonestos amigos, que se niegan a dejar que el naciente deporte se les salga de las manos.
Los elementos están planteado en medio de la Inglaterra del siglo XIX, mientras se desarrolla el torneo FA en el que pueden participar todos los equipos. 

El torneo que sigue existiendo a la fecha es de los pocos en el que pueden participar equipos de distintas divisiones, se convierte en el principal motor que mueve a los personajes durante seis capítulos.
Pero no seamos injustos. Esta no es una serie solo sobre fútbol, pues aunque tiene mucho de aquello, dejándonos percibir el nacimiento de los futbolistas profesionales, intuyendo la conformación de los clubes y hasta los mismos hooligans, así como las normas del juego, aquí también importan los dramas humanos. ‘Un juego de caballeros’ termina dando una crítica mirada a la sociedad del siglo XIX, a sus dinámicas preestablecidas en nombre de la tradición y a sus injusticias.

La serie producida por Julian Fellowes, creador de nada más y nada menos Downton Abbey y esto debería bastarnos para saber lo que podemos encontrarnos. Una gran trama, construida con capítulos bien apuntalados, contados con una exquisita puesta en escena que no escatima en gastos. Y que nos permite gozar de vestuarios y escenarios maravillosos. Así como de personajes secundarios y subtramas que retratan la sociedad del momento y enriquecen la trama principal. Como protagonistas nos encontraremos con muy buen casting, teniendo a Kevin Guthrie (‘Dunkerke’, ‘Animales fantásticos’) y Edward Holcroft (‘Kingsman: Servicio secreto’) como sus protagonistas.

Un juego de caballeros no solo le permitirá conocer algo de historia de un deporte que empezó con aires altruistas y que no logramos comprender cómo se transformó en la feria de vanidades y egocentrismos que es hoy en día. Además, esta serie para ver en familia, se convertirá en una oportunidad de ver algo bien hecho, y que en su temática nada tiene que ver con atracos, pandemias y ligerezas.

¡Atrévase! Sálgase de las tendencias y permítase entender porqué los ingleses son tan buenos haciendo televisión. Buen provecho. @kayarojas